(Continuación) Con un mes de retraso, más vale tarde que nunca, llega la ocasión prometida de contarle la anécdota de la céntrica calle que el rey Alfonso X tiene en la ciudad de Sevilla con su nombre -bueno tampoco es así exactamente, a eso vamos- que vino a propósito de la frase que ‘el rey sabio’ pronunció al percartase de los problemas que planteaba el modelo geocéntrico del Universo, recuerde el mes pasado “Si Dios me hubiera pedido consejo…”.
Yendo a lo que nos trae hoy resulta que, si
busca esta vía sevillana por el nombre del rey o su sobrenombre, y en función
del tipo de guía que utilice en la búsqueda, es más que probable que no halle
de ella ni el menor rastro. Vamos que el Rey Sabio tuvo mala pata con el nombre
de la calle que le tocó, y eso que posibles referencias escritas para
encontrarla existen, vean si no.
Alfonso el Sabio, rey Alfonso X, Don Alfonso el Sabio o Alfonso X y así casi ad infinitum como quien dice, pues nada. Por más que la busque bajo las formas anteriores, y otras no puestas en negro sobre blanco, no la encontrará. Se trata de una calle problemática para su búsqueda, y es que su nombre oficial no es ninguno de los anteriores, sino el que intitula la entrada, calle Don Alonso el Sabio.
Una nomenclatura problemática
Escrito así, con el tratamiento protocolario
de “Don” por delante como expresión de respeto, cortesía o distinción social, una
deferencia por cierto muy poco usual en el callejero, dicho sea de paso. Y con un
nombre en el que se ha producido la asimilación del grupo /lf/ por /l/,
de modo que aparece Alonso como variante fonética de su nombre de origen
germánico Alfonso. Recuerden a su madre Beatriz de Suabia, noble alemana
también con calle en Sevilla, pero en su caso bien escrito y fácil de encontrar
en el nomenclátor.
No así el de su hijo, quizás la más difícil de encontrar en todo el callejero sevillano, Don Alonso el Sabio, Alonso y no Alfonso y con el Don por delante ¡como para encontrarla! Se trata de todo un doble y real despropósito, el del tratamiento y el nominal, que para más inri no es el único perpetrado con tan reconocido rey. Verá por qué le digo esto.
Resulta que esta calle, como le ocurre a otras
muchas a lo largo de la historia, ha ido teniendo distintos nombres a lo largo
de la historia, eso es de lo más normal y humano. Y así el actual lo tiene
desde 1845 pero antes tenía otro bien distinto, uno que está, casi, en sus
antípodas se podría decir y no le exagero lo más mínimo.
Una nomenclatura problemática y con guasa
Y esta disparidad ya no es tan normal, créame
si le digo que este rey no tuvo mala pata como le dije antes, sino muy mala
pata con el callejero de Sevilla, que a veces parece que lo cargara el mismo
diablo. Si yo le contara.
Resulta que al menos desde 1713 esta vía era conocida como calle Burro, tal como lo lee, y no me pregunte el porqué pues se desconoce la razón de dicho nombre, aunque tampoco es que haga al caso. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
Curiosa y divertida pero con poco contenido científico como para aparecer en el blog.
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