(Continuación) Por último, el tercero de los efectos tiene una consecuencia laboral. Los pintores de las pistas de los aeropuertos tendrán más
trabajo.
Ya se imaginan el porqué.
Ya se imaginan el porqué.
A pesar de la
incorporación del GPS en la
navegación aérea, los aviones se siguen orientando con la brújula y ésta obedece al norte magnético que ya hemos dicho se
desplaza.
Un
desplazamiento que obliga a muchos aeropuertos, según su latitud, a repintar
las indicaciones numéricas que guían a los aviones por sus pistas.
Una tarea no
difícil, pero sí compleja. Los números que las señalizan indican su dirección
en grados magnéticos mediante un código que los sintetiza.
Por ejemplo una
pista con dirección este, de valor 90º, vendrá señalizada con un 09. Mientras
que otra de dirección suroeste, de valor 225º, vendrá señalizada con un 22.
Se mueve y cada
vez más rápido
Como pueden ver,
los expuestos, no son realmente efectos ni graves, ni urgentes, ni preocupantes.
Sin embargo hay un detalle que no les he contado.
Si bien en la
década de los años setenta del siglo pasado, el polo norte magnético se movía a
razón de unos 12 km/año, en la actualidad, cuarenta años después, lo hace a 64
km/año.
Es decir lo hace
cada vez más rápido. Lo que es un asunto preocupante.
Un ritmo de
aceleración que, de seguir así, en el año 2050 situaría al polo norte en
Siberia. Una alteración magnética, cuyas consecuencias no presagian nada bueno
para la vida tal como la conocemos en el planeta. Un asunto grave.
Y lo peor es
que, por ahora, el mundo científico no ha encontrado una explicación para esta
aceleración. Ignora la causa.
Se trabaja con la
hipótesis de ciertas sacudidas geomagnéticas
en el centro de la Tierra, pero no hay nada confirmado aún. Un asunto
urgente pues.
Además se
desconoce también porqué ocurren dichas sacudidas. En fin. Confiemos. Pero sin
duda un mal asunto.
Y todavía queda el asunto de la inversión de los polos.
Y todavía queda el asunto de la inversión de los polos.
Por qué no se escucha la emisora
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