El polo norte magnético se entiende. Que
no sólo no está donde el polo norte geográfico,
sino que no para de moverse, variando cada año de posición.
Los últimos
datos de los que disponemos lo sitúan en la isla de Bathurst, al noroeste de
Canadá.
Un cambio de
posición que, según de donde hablemos, puede tener unos efectos no deseados
importantes. Veamos.
Como sabemos,
las brújulas apuntan al norte magnético no al geográfico y el desplazamiento del
primero, en latitudes como la de España, alejada del Polo Norte, apenas supone
un error de orientación para nosotros. Un problema fácil de corregir.
Pero en
latitudes cercanas al polo norte geográfico, esta desviación supone no sólo un
error importante de orientación, sino que las brújulas llegan a “enloquecer” y
acabar apuntando al Sur.
Todo un problema
para la navegación y motivo por el que, en estas regiones, el norte geográfico se
determina según la posición de las estrellas. Un recurso de toda la vida.
Ni que decirles
tengo que este desplazamiento del polo norte trae consigo ciertos efectos
secundarios, algunas alteraciones a tener en cuenta.
Algunas
alteraciones
Les traigo una
terna.
La primera meteorológica, para los amantes observadores
del cielo. Dado este desplazamiento, las auroras
boreales más espectaculares ya no se verán en Alaska, sino en el norte de
Europa.
Un problema
quizás para cierto tipo de turismo, pero en principio nada grave para el
planeta.
Afirmación que
no podemos realizar sobre la segunda alteración, ésta catastrofista, ya que la Tierra
podría morir antes de tiempo. Como lo leen.
De recientes
mediciones realizadas se deprende que el valor del campo magnético terrestre, imprescindible para la existencia de
vida, ha disminuido en un 10% en los últimos 160 años.
Un ritmo muy
superior al estimado, que aumenta la vulnerabilidad del planeta a las
radiaciones cósmicas, y que predice nuestra posible desaparición para dentro de
unos 1500 años. (Continuará)
De lo más curioso esta temática de los polos. Felicidades por el blog.
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