[Esta entrada apareció publicada el 26 de abril de 2024, en el semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
(Continuación) O el arquitecto y matemático roizano cántabro Juan de Herrera (1530-1597), uno de los máximos exponentes de la arquitectura renacentista hispana con su conocido “estilo herreriano”.
Mejoró diversos instrumentos científicos; desarrolló molinos de viento y nuevos tipos de hornos de usos varios; construyó una campana de buceo y patentó un traje de inmersión que probó en 1602 ante el mismo Felipe III allá en el rio Pisuerga, el que pasa por Valladolid; incluso diseñó un submarino. Y ya de la que va, recordar al visontino cosmógrafo e historiador del reinado de Felipe II, Juan López Velasco (1530-1598).
Del
siglo XVII le traigo únicamente al sanluqueño Hugo de Omarique
(1634-1705), y sevillano por aquel entonces que no gaditano, un matemático cuyo
tratado de análisis geométrico (1698) fue algo más que notable pues mereció
nada menos que el elogio del único, genial y sin par Isaac Newton
(1643-1727), hombre poco proclive por otro lado a esos detalles, y cuyo gran Principia
es de 1687. O sea.
Ni que decir que el siglo XVIII es otro cantar científico que arranca con el noveldense marino e ingeniero Jorge Juan (1713-1773), primer hombre en medir la longitud del meridiano terrestre y uno de los iniciadores de la Escuela Universalista Española.
Continúa con el naturalista y militar
sevillano Antonio de Ulloa (1716-1795), descubridor del platino entre
otras aportaciones científicas, y con el polígrafo gaditano Celestino Mutis
(1732-1808), otro iniciador de la Escuela.
Sin
dejarnos atrás al polifacético buñuelo Félix de Azara (1742-1821), de
quien el mismo naturalista inglés Charles Darwin (1809-1882) citó
infinidad de veces, las 450 especies de pájaros catalogadas por él. O sea que.
Ya en la segunda mitad del siglo XVIII tenemos al cirujano militar alicantino Francisco Javier Balmis (1753-1819) que encabezó la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, conocida también como Expedición Balmis. Y siguiendo con los descubrimientos químicos, cómo no citar a los hermanos logroñeses Delhuyar, Juan José (1754-1796) y Fausto (1755-1833), químicos descubridores del wolframio en 1783 entre otras aportaciones.
O con el
portuense de Tenerife Agustín de Betancourt (1758-1824) ingeniero,
arquitecto y precursor en los inventos de la radio y la telegrafía y el desarrollo
de la termodinámica. Acaba este siglo con el “gato” Andrés Manuel del Río
(1764-1849) naturalista, químico y minerólogo descubridor del vanadio.
Con él se completa la terna metálica de descubrimientos metálicos españoles: Pt, W y V. ‘Ciencia es saber lo que se sabe y no saber lo que no se sabe’, Confucio. (Continuará)
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