lunes, 29 de abril de 2024

DCPS. Patio ajardinado ‘Santiago Ramón y Cajal’ (y 2)

(Continuación) Ocurrió en 1899, rozaba ya la cincuentena, y en Cambridge donde acudió para recibir una distinción académica: todo indica que de camino al acto se paró para dibujar en una fachada, llegando a pararse tanta gente para verlo que terminó por no poderse transitar. Tuvo que ir la policía y, ante su negativa de dejar de dibujar, llevarlo a comisaría; ni que decirle que se perdió los actos celebrados en su honor…

Otras facetas: astrónomo, escritor de ciencia ficción, el asunto del nombre, …

Hombre polígrafo, ya hemos hablado que de joven trabajó como herrero y zapatero, de sus aficiones por el culturismo y el boxeo, de su pasión por dibujar, de ser un consumado fotógrafo, un estudioso del hipnotismo y, algo que no sé si se lo he dicho.

También estaba interesado en la arqueología, la astronomía (afición que heredó de su padre), el ajedrez, la literatura (escribió algunas novelas de ciencia ficción y su estilo se asemejaba al de Julio Verne o H. G. Wells, en el sentido de que combinaba la fantasía con el rigor científico) y algunas disciplinas llamémoslas pseudocientíficas como el espiritismo o la parapsicología (ante las que mostró su escepticismo).

Entre otros, estos fueron sus más que variados intereses personales, todo un caleidoscopio con imágenes diferentes según se vaya girando, junto a otras incursiones creativas de su intelecto quizás no tan conocidas, pero igualmente necesarias para comprender al personaje, su condición de genio de la ciencia.

Y por supuesto está la cuestión del nombre, que el propio científico unas veces escribía Santiago Ramón Cajal y otras Santiago Ramón y Cajal, con una conjunción copulativa “y” intercalada entre los apellidos, lo que de alguna forma ayuda a evitar malentendidos ya que, como seguro sabe, su primer apellido también es nombre de pila.

De hecho, en muchos círculos extranjeros se le nombra solo por su segundo apellido, Cajal; en puridad su nombre completo es Santiago Felipe Ramón Cajal, aunque en sus últimos años de vida alguien no lo tenía claro. 

Se trata de una anécdota quizás apócrifa en la que al parecer un camarero del café donde solía acudir el científico, se refería a él como “don Ramón”, sin que éste nunca le llegara a aclarar la confusión.

Que por otro lado tampoco es muy extraña pues don Santiago, a pesar de su incuestionable mérito investigador y prestigio docente, a nivel popular jamás tuvo el tirón de otras grandes personalidades del momento, me refiero a referentes como Unamuno u Ortega y Gasset.

Así que normal que hubiera un mal entendimiento acerca del nombre (Procuremos agradar e instruir; nunca asombrar) y buena muestra de dicha confusión es el siguiente reconocimiento sevillano, que ya apareció nombrado en el primero de su saga, cuya redacción parece dar la razón al camarero y su “don Ramón”. Ahí quedó. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

[**] El original de esta entrada fue publicado el 20 de noviembre de 2023, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario digital Sevilla Actualidad.

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