(Continuación) Pero su rechazo al bautismo y a la Trinidad deciden finalmente la sentencia y es condenado y sentenciado a morir en la hoguera el 27 de octubre de 1553: “Te condenamos a ser atado y llevado a la colina de Champel. Allí serás sujeto a una estaca y quemado vivo junto con tus manuscritos y tus libros impresos hasta que tu cuerpo se convierta en ceniza...”.
Al parecer, es algo que habría que decir a favor de Calvino,
éste al final abogó para que le conmutaran la pena por la más piadosa de la
decapitación, pero por lo que se ve no pudo ser, estas cosas pasan.
En el
alto de Champel
El caso es que Servet fue atado en la picota esa
tarde del 27 de octubre de 1553, a sus pies se pusieron sus escritos y se
colocaron troncos de leña verde y húmeda, con la aviesa intención de que la
pira ardiera más despacio y el hereje tardara más en morir.
Aunque no es menos cierto que lo quisieron compensar con el compasivo gesto de colocarle una argolla en el cuello impregnada en azufre, para que el humo que emanaba acelerase su muerte por asfixia (también he leído que se trataba de una corona de pámpanos salpicada de azufre sobre su cabeza).
En cualquiera de los casos y por desgracia, al parecer,
una brisa que se levantó disipó pronto dicho humo y el suplicio del médico maño
duró más de una hora, mala suerte. Estas cosas, pasan también, vamos, que a la
fuerza te hacen mártir, si no a la primera vez a la segunda.
Tras arder en el alto de Champel sus inquisidores
calvinistas esparcieron al viento sus cenizas sobre la ribera del lago Leman. ‘Arderé,
pero eso será un mero incidente. Continuaremos nuestra discusión en la
eternidad’.
Dos
veces quemado
A qué dudar que Miguel Servet fue de los primeros pensadores cristianos modernos al: abogar por el derecho de cada individuo a seguir y expresar su propia conciencia y convicción; expresar que ninguna autoridad ya fuera eclesiástica o civil tiene el derecho a imponer sus creencias; y explicitar que es un crimen perseguir y matar por las ideas (‘Matar a un hombre no es defender una doctrina, sino matar a un hombre’).
Por desgracia, sus ideas humanistas y contrarias al papel
de la Iglesia y del Papado como garantes de la salvación, no le impidieron ser
quemado dos veces por su “herejía argumentaría”: la primera de forma simbólica,
in absentia, por parte de la Inquisición francesa; la segunda ya real.
Tengo para mí que, como humanista, siempre creyó en que
todo lo que puede ser pensado, bien puede ser dicho, discutido y hasta hecho,
algo que, a las pruebas me remito, resultó ser demasiado adelantado para la
época que le tocó vivir. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue
publicado el 02 de octubre de 2023, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA,
del diario digital Sevilla Actualidad.
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