(Continuación) Bueno, pues ya sabe por dónde van los tiros explicativos, su olor no debería ser ninguno ya que está formada en un principio solo por agua H2O de la que, desde los tiempos bachilleres, sabemos algo.
Se trata de un compuesto químico incoloro, insípido e inodoro o sea que no huele a nada, al estar formada sólo por moléculas constituidas por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno; pero claro, otra cosa es lo que nos trae y por eso huelen.
Tanto las aguas
minerales, con diferentes sales disueltas; como el agua del grifo,
tratada con cloro Cl2 y donde se forman cientos de subproductos
químicos debido a la reacción de éste con las sustancias orgánicas presentes en
el agua; y, por supuesto, el agua de lluvia.
En realidad, el olor de la lluvia, del agua de lluvia, es una mezcla de tres aromas diferentes que se generan antes, durante y después de la precipitación debido a la producción de tres sustancias químicas distintas: ozono, geosmina y petricor.
“Olor a lluvia”: Ozono y
química
Son muchas las personas que advierten
que va a llover, incluso horas antes de que lo haga, simplemente por el olor del
aire; sobre todo a finales de verano tras un periodo seco, y la razón es por la
presencia en la atmósfera de la sustancia
simple conocida como ozono O3 (g), del que ya enrocamos
algo.
Un gas que puede ser transportado
por el viento a grandes distancias, etimológicamente el término ozono proviene
del verbo griego ozein que significa “enviar olor”, y cuya concentración
atmosférica aumenta durante las tormentas, de ahí que la gente también diga “huele a
tormenta”.
Él es el causante de ese aroma previo, un “olor a limpio” que se asemeja en cierto modo al del cloro, ya que su concentración en la atmósfera aumenta al producirse a partir de las moléculas de oxígeno O2 presentes en el ambiente, gracias a la energía de las descargas eléctricas procedentes de los rayos de la tormenta que se generan en los cumulonimbos, nubes de gran desarrollo vertical. (DCPS. Calle Meteorología).
“Olor a lluvia”: Ozono,
evolución y música
Ya en la Antigüedad, nuestros
antepasados establecieron una relación positiva con ese olor, pues era un
indicativo inequívoco de que la temporada seca estaba por terminar y las
lluvias, con ellas la maduración de las cosechas, se encontraban cada vez más
cerca.
Así ese aroma arraigó como una
sensación de supervivencia en el pasado, transmitiéndose a lo largo de las
generaciones hasta la actualidad, como un indicador potente y satisfactorio de
un cambio premonitorio. Una señal recordada por evidentes razones evolutivas. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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