(Continuación) Un valor que depende bastante de la latitud del lugar, disminuyendo a medida que nos acercamos al ecuador donde es nula (0 h) y aumentando conforme nos acercamos a los círculos polares y los polos geográficos donde es extrema (24 h).
Precisamente es en la Antártida donde, algunos días al año alrededor del 21 de diciembre, se da el fenómeno del Sol de medianoche en el que el astro es visible por encima del horizonte durante las veinticuatro horas del día.
Perihelio y origen de las estaciones
Ya en otro orden de asuntos,
existe un hecho circunstancial no relacionado con el inicio de las estaciones,
pero que se da también en esta época, el perihelio, es decir aquel día del año en
el que el Sol y la Tierra están lo más cercanos posible entre sí.
Es esta mayor proximidad entre ambos la causa de que nuestro planeta se mueva más rápidamente a lo largo de su órbita elíptica durante el invierno (Segunda ley de Kepler, la línea imaginaria que une Tierra y Sol barre áreas iguales en tiempos iguales), y por lo tanto que esta estación sea la de menor duración.
Siguiendo con las estaciones,
les hablaba al principio de una circunstancia temporal que comparten todas, la
de durar justo lo que tarda en llegar la siguiente. Y también de otra, de
naturaleza espacial, la del origen físico de su existencia y sobre la que
existe una idea equivocada de ciencia popular y, por desgracia, demasiado
extendida.
Ciencia popular frente a ciencia académica
Una según la cual las
estaciones se deberían a la forma elíptica de la órbita, una trayectoria que
alejaría y acercaría al planeta del astro, en su movimiento de traslación, y
motivo por el que algunos piensan lo siguiente.
Durante el verano hace más calor porque estamos más cerca del Sol, es decir próximo al perihelio, y durante el invierno más frío porque estamos más lejos del Sol, o sea próximo al afelio. Una idea que es ciencia popular, lógica hasta cierto punto, pero equivocada por ser científicamente errónea.
Equivocada de toda equivocación
porque en realidad sucede todo lo contrario, en invierno estamos más cerca del Sol y sin embargo
sentimos frío, mientras que durante el verano estamos más lejos y sin
embargo sentimos calor. Toda una paradoja.
Y es que la verdadera causa de
la existencia de las estaciones se encuentra en la combinación de tres factores: el
movimiento de traslación, el movimiento de rotación y la inclinación de 23,5 º
del eje de giro del planeta, prácticamente constante a lo largo de un año, con
respecto a la perpendicular a la órbita elíptica plana. (Continuará)
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