sábado, 23 de septiembre de 2023

Einstein, Nobel y Relatividad. Nominaciones fallidas: Hasselberg, Planck

(Continuación) En concreto desde 1907, año en el que uno de los miembros de la Academia Sueca un tal Bernhard Hasselberg (1848-1922) astrónomo, enamorado de las mediciones precisas y buen amigo de Guillaume ya intentó sin éxito que se lo concedieran. Una maniobra que repitió en 1912, basándose en el argumento de que el descubrimiento de su aleación de Fe y Ni, invar, hubiera sido del gusto de Alfred Nobel, aunque tampoco prosperó.

En busca de argumentos

El tiempo pasó y hete aquí que en 1920 se produjeron un cúmulo de circunstancias favorables para la candidatura de Guillaume. Para empezar, estaba reciente el final de la Primera Guerra Mundial y se consideró que dar el Nobel al director de una institución internacional como la Oficina Internacional de Pesas y Medidas -que era un magnífico ejemplo de cooperación entre países- constituía algo muy conveniente.

Además, estaba la baza de la próxima jubilación de Hasselberg y existía una especie de ley no escrita, una costumbre por la que cuando esto iba a suceder, sus colegas le honraban permitiendo que fuera su voto, el decisivo a la hora de escoger al nominado. Era ahora o nunca.

De modo que el comité encargó a un físico experto en magnetismo terrestre, Vilhelm Carlheim-Gyllensköld (1859-1934) que elaborara un informe favorable del candidato, en realidad se trataba de un mero trámite, un formulismo, lo malo es que se complicó porque fue incapaz de encontrar una razón convincente un argumento de peso de por qué debería concedérsele el premio. No me diga.

Tras el chantaje emocional

Viendo que el asunto peligraba y no solo se perdía la batalla sino la guerra nobelera Hasselberg, que llevaba enfermo varios años postrado en cama escribió al comité del Nobel diciendo que sería feliz si le concedían el premio a su amigo, es más, temiendo no llegar con vida a las votaciones envió el suyo anticipadamente.

Como ya se puede imaginar se le concedió ese postrero deseo y este año la prensa sueca tuvo algún que otro problema a la hora de explicar por qué un metalúrgico totalmente desconocido ganaba el de Física de ese año. Ni que decirle tengo que hasta el propio Guillaume se sorprendió al serle notificado el veredicto.

No pudo ser y eso que el año de 1920 parecía proclive para los teóricos, tras la concesión al físico alemán Max Planck (1858-1947), considerado el fundador de la teoría cuántica y galardonado con el Premio Nobel de Física en 1918 ‘por las aportaciones que realizó en favor al avance de la física, debido a sus descubrimientos sobre los cuantos de energía’.

Pero no, y la cosa no marchó mejor al año siguiente. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

 

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