jueves, 21 de septiembre de 2023

Einstein, Nobel y Relatividad. Nominaciones fallidas: Guillaume

(Continuación) O de su teoría relativista que, a base de no comprenderla, la consideraban errónea (“La relatividad no era física. Trataba de tiempo y espacio, por lo tanto, era metafísica. Y la metafísica es filosofía y la filosofía no es física. Entonces, ¿cómo podían darle un premio de física?”).

No sé, pero me recuerda a una de las citas del físico, químico y jugador de rugby universitario neozelandés Ernest Rutherford (1871-1937), Premio Nobel de Química en 1908, la de ‘Toda la ciencia es física o filatelia’, por cierto ¿coincide con ella?  

Pero yendo a lo que vamos, es obvio que a principios del siglo XX latían sentimientos encontrados en la Academia Sueca y sus miembros sabían lo que eran un huevo, el fuego, el aceite y una sartén, claro que lo sabían, solo que ellos lo freían de manera diferente a la relativista de Einstein.

1920, Nobel para un desconocido

El caso es que, a pesar de los espectaculares resultados experimentales obtenidos por Eddington en el eclipse de 1919, y que cualquiera hubiera apostado por Einstein como ganador del Nobel en Física de 1920, de hecho era quien más nominaciones recibió, el galardón recayó en un discreto físico suizo Charles E. Guillaume (1861-1938).

Lo hizo ‘por su contribución a la mejora de la precisión de las medidas en Física en su descubrimiento de las anomalías en las aleaciones de níquel y acero’ siendo director de la Oficina Internacional de Pesas y Medidas en Suiza

Y aunque se trató de una aportación decisiva en la construcción de instrumentos de altísima precisión, no estaba ni con mucho a la altura de un galardón como el Nobel y su elección fue vista con estupor por toda la comunidad científica.

Se dio el caso de que, incluso, quienes se oponían a la teoría de la relatividad, encontraron extravagante esta concesión a Guillaume, ¿entonces por qué se lo dieron?

Razones de un Nobel

Para empezar, en la Academia seguía predominando la tendencia de los años 10 y el comité de los Nobel, a diferencia de la actualidad, no era muy proclive a aceptar nominaciones que vinieran del campo de la física teórica -por entonces la relatividad era una teoría poco validada- y sencillamente se pensaba que la investigación teórica no merecía tanto crédito como la experimental.

Por otro lado, la sección más conservadora y fiel a las directrices de Alfred Nobel (1833-1896), fallecido un cuarto de siglo antes, pretendía seguir distinguiendo a aquellos científicos que lograsen el “descubrimiento o invención más importante”.

Y eran más bien pocos los miembros de la Academia que tenían del todo claro que la teoría de la relatividad se ajustase a esa pauta, el planteamiento einsteniano les resultaba demasiado abstracto y preferían esperar a que hubiera más evidencias que lo respaldaran. (Continuará)


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