(Continuación) O el caso del carguero Sulphur Queen de 15 000 t, que según el libro desapareció de forma misteriosa en 1963, cerca de la costa sur de Florida mientras transportaba azufre (S) y del que, supuestamente, solo se recuperaron dos chalecos salvavidas.
Resulta curioso que en su
narración el fraudulento de Berlitz no mencionase el informe de la Guardia Costera según
el cual, el carguero navegó con un mar embravecido de olas de más de cien
metros (100 m) de altura y vientos con velocidades cercanas a las de un
huracán.
O sea que lo mismo se pudo
deber a las malas condiciones de la mar y no hubo nada de misterio en ello. De la milonga de los dos salvavidas, mejor nos
olvidamos, es falso de toda falsedad pues según dicho informe se recuperaron otros
restos del carguero, un detalle de nuevo omitido por Berlitz.
Y más realidad
Y continuando por esta línea del tiempo de los despropósitos, pasamos de la omisión de datos en una desaparición, a la pura invención de otra. Resulta que en el libro se menciona una desaparición sucedida en octubre de 1931, a la altura de la isla del Gato, en Bahamas.
La del carguero noruego Stavenger
con 43 personas a bordo, un caso al que solo se le puede poner un pero: dicho
carguero nunca existió, no aparece mencionado en ningún tipo de documento ni
registro. Vamos que una nueva impostura triangulera.
O la falacia de la desaparición
en 1872 del Mary
Celeste en dicha zona, el caso de buque fantasma quizás más famoso de toda
esta historia; falaz digo porque en realidad se encontró a la deriva en las
Azores y su ruta destino a Italia no pasaba ni de cerca por el triángulo de
marras. O sea que nada que ver, y así ad nauseam.
Todas las noticias, artículos y libros que se publicaban al respecto tenían más de literatura fantástica que de periodismo de investigación y eran escritas sin ningún tipo de rigor científico por aficionados al misterio, periodistas de lo desconocido y amantes de las conspiraciones. Lo que hoy podríamos llamar “ikerizar”, ya me entiende, la estupidez insiste siempre.
Ganapanes y avispados
Pero el negocio estaba bien a la
vista y los más ganapanes y avispados se apresuraron a sacar provecho de la
fiebre del Triángulo de las Bermudas. Las editoriales comenzaron a publicar
libros de llamativos títulos: El triángulo del Diablo (1976) de Richard Winer; El limbo
de lo perdido (1977) de John
Wallace Spencer; o Sin rastro de nuevo
de Berlitz, en 1977. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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