(Continuación) Y retomó sus estudios sobre el movimiento, mostrando ‘a su manera’ que los proyectiles en el vacío seguían trayectorias parabólicas.
En la
universidad paduana (1592-1610): movimiento, nova e imanes
También comenzó a observar una nova descubierta un
par de meses antes, 10 octubre de 1604, cuya súbita presencia era toda una
contradicción a la teoría establecida de la inalterabilidad de los cielos.
Precaución, don Aristóteles y los suyos acechaban amenazantes.
De hecho, aunque dedicó cinco lecciones al tema durante
el mes siguiente, cuando publica Dialogo de Cecco da Ronchitti da Bruzene in
perpuosito de la stella Nova no es hasta febrero de 1605. O sea. ‘Conócete
a ti mismo, esa es la mayor sabiduría’.
Por cierto, también conocida como supernova 1604 o de Kepler, es la última observada en nuestra propia galaxia hasta la fecha. Sin duda Galileo, si bien en privado ya era copernicano, se guardó muy mucho de continuar como aristotélico en público, pues sabía de la “ardiente” experiencia de Giordano Bruno; y por supuesto se pensó lo suyo antes de denunciar el aristotelismo sin tener una prueba irrefutable.
En los dos años que siguen el sabio empezó a estudiar los
imanes, sobre los que el inglés W. Gilbert ya había publicado en
1600 De magnete, pero pronto pierde el interés al no ver beneficio
económico en ello; con posterioridad publica Le operazioni del compasso
geometrico et militare (1606).
En la
universidad paduana (1592-1610): telescopio
En mayo de 1609 el pisano recibe desde París una inquietante carta de uno de sus antiguos alumnos, en la que le confirmaba un rumor insistente: la existencia de un tubo neerlandés, con lentes en su interior, que permitía ver los objetos lejanos como si estuvieran prácticamente al lado, al alcance de la mano, vamos.
Una idea que captó su atención sobremanera de modo que
cuando supo que un francés pretendía venderle uno al gobierno veneciano, él
dijo que podría construir uno mejor, como así fue. Y aunque el gobierno
holandés había estampado el sello de secreto militar sobre el invento, nuestro
hombre se las ingenió y, elucubrando sobre cómo podría funcionar semejante
instrumento, terminó diseñando y construyendo uno en tan solo seis meses, el
primero de una serie que vendrían después.
Uno que, no solo no deformaba los objetos como el neerlandés, sino que los aumentaba hasta 6 veces, o sea el doble, y que además era el único de la época que conseguía obtener una imagen derecha, gracias a la utilización de una lente divergente en el ocular. ‘Nunca me he encontrado con alguien tan ignorante de quien no pudiese aprender algo’. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue
publicado el 27 de febrero de 2023, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA,
del diario digital Sevilla Actualidad.
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