Una pequeña pizarra, con las anotaciones intactas de
aquella clase del 16 de mayo de 1931, que ha sido conservada
cuidadosamente a diferencia de sus compañeras españolas de unos años antes, recuerde,
la barcelonesa y la zaragozana.
Unas anotaciones oxonienses que están en posesión de una interesante
intrahistoria científica que, no obstante, le contaré en otro momento pues éste
lo voy a dedicar a otra historia intramuros; una no científica, pero no por
ello menos interesante, perteneciente a lo que periodísticamente se dio en
llamar “ecos de sociedad”, no sé si sabe por dónde voy.
Su “triunfal
paseo relativista”
Exitosa porque en todos los países que le invitan a explicar
su teoría de la relatividad, alcanza notorios y sonados triunfos en sus
conferencias, impartidas en las más importantes corporaciones y sociedades
científicas, para un público variopinto que no entiende nada pero que acude en
masa, y que son elogiadas por las prensas locales e internacionales.
Por decirlo de alguna forma, en esos años 20, Albert
Einstein era lo más parecido a una megaestrella de la ciencia, sin
duda es el científico que más fama ha tenido nunca en la historia de la
humanidad, y como tal viajaba por el mundo, como a él le gustaba decir,
humorísticamente, “silbando mi teoría de la
relatividad”.
Einstein, SuperStar
Resulta que el interés de la prensa se extendió del científico al hombre, de Einstein a Albert, y buscando al creador de la teoría, al ser humano que estaba detrás de ella, se toparon para su sorpresa con un filón periodístico.
En lugar de un científico serio, introvertido y
socialmente gris, se encontraron con una persona excéntrica y dotada de un particular
encanto atrabiliario. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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