He preferido dejar pasar unos días desde la pasada onomástica “valentinera”, a fin de no enturbiar la cara amable de la celebración del amor, esa que nos habla de un sentimiento bello, romántico, diverso, correspondido, atractivo o dulce. Ya sabe (De Cupido, el amor y San Valentín).
Pero a nadie escapa que, como casi todo en esta vida, también presenta otra
cara, una que nos habla de un amor incómodo, feo, no (o mal) correspondido, tóxico,
e incluso agresivo. Dos extremos del amor separados por una fina línea que hace
que no pocas veces estos se entrelacen y confundan.
Y que del roce se genere el cariño, sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona, o que del cariño surja la
disputa, sentimiento de desafecto y rechazo hacia una persona. Cosas de la vida. Un mal asunto del que por desgracia quizás sepa
ya algo y que bien resume un conocido refrán, ‘Del amor al odio solo hay un
paso’.
“Máscara del Día de
San Valentín”
El título es el nombre de la nueva obra del misterioso artista grafitero que, en la mañana del pasado lunes, apareció en la parte trasera de un edificio de la calle Grosvenor Place, una que va a dar a la playa de la localidad costera de Margate, allá en el condado de Kent, al este de Londres.
Se trata de una denuncia callejera contra la violencia machista coincidente con la celebración de San Valentín (Leyenda de San Valentín), y en ella podemos ver a una ama de casa inglesa con un vestido de cuadros de la década de los años cincuenta, un mandil y unos guantes de goma amarillos.
Y aunque la señora sonríe, tiene el
ojo derecho morado, cerrado e hinchado, y además le falta un diente, el
incisivo lateral derecho.
Con los brazos estirados hacia adelante parece que acaba de deshacerse de su marido maltratador al que ha arrojado a un gran congelador horizontal, de ahí quizás su sonrisa, y de quien podemos ver cómo sus piernas sobresalen por la parte derecha del electrodoméstico. Sin duda alguna todo un alegato contra la violencia de género, doméstica o como la quiera llamar.
Sea el santo que fuera, el
ser humano es un cabrón y hay hombres (masculino genérico) a quienes les brota
esa condición, la cabronería que llevan dentro, comportándose como eso, como auténticos
cabrones humanos. Malditos. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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