(Continuación) Sin embargo y a pesar de tan elocuente discurso, la propuesta no pasó de la categoría de proyecto, pero ni en esa ocasión ni en otras que le siguieron, pues hasta cinco (5) veces la llevó W. Willett al Parlamento. Las mismas que fue rechazada por diferentes motivos y diversos grupos sociales no interesados en ella.
Desde
el mundo agrícola hasta las grandes empresas, pasando por las líneas de
transporte, todas se oponían a tan revolucionaria medida y eso que la idea, además
del sustancial ahorro económico, suponía menos humos contaminantes, una vida
más saludable y más ocio al aire libre.
Un plan
muy en la línea del polifacético estadounidense B. Franklin, recuerde 1784,
uno de cuyos aforismos encajaba a la perfección, ‘Acostarse y levantarse
temprano hacen al hombre sabio, rico y sano’. Pues nada, se ve que eran mucho
más los objetores.
Quisicosa literaria. Conan Doyle
Aunque no se puede obviar que también contó con un apoyo considerable, tanto de algunas corporaciones, como de ciertos consejos locales y hasta de personas de significada relevancia intelectual y social.
Como el mismo rey Eduardo VII o el escritor y médico Arthur Conan Doyle, creador
del detective Sherlock Holmes -Sherlock Holmes (1); Sherlock
Holmes (y 2)- quien en su historia corta ‘El carbunclo azul’ (1892),
ambientada en diciembre de 1890, le hace decir:
––El
señor Henry Baker, supongo ––dijo Holmes, levantándose de su butaca y saludando
al visitante con aquel aire de jovialidad espontánea que tan fácil le resultaba
adoptar––.
Por
favor, siéntese aquí junto al fuego, señor Baker. Hace frío esta noche, y veo
que su circulación se adapta mejor al verano que al invierno. Ah, Watson, llega
usted muy a punto.
Una quisicosa entendida como imposibilidad de descifrar un asunto, y ya puestos en esta tesitura holmesiana permítame preguntarle, ¿qué es un carbunclo, carbúnculo o carbunco? Resulta que los tres términos se han usado, históricamente, con el mismo significado, por lo que quedo a la espera.
Quisicosa literaria.
Churchill
Bueno, esos
apoyos y el que ya conoce por parte de un joven, prometido y prometedor
político de entonces, Winston Churchill (1874-1965), quien defendió el
proyecto lumínico natural en el parlamento británico por primera vez (1908) con
un elocuente discurso: “Un bostezo extra en primavera y una cabezadita extra
en otoño, es todo lo que pedimos”. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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