(Continuación) Algo falso de toda falsedad a pesar de que así aparece en alguna que otra enciclopedia médica. Bueno, puestos a negar, tampoco es cierto que se le llamara Julio César, su nombre era sólo César, ya que no tenía ningún hermano del que diferenciarse. O que fuera emperador, no los empezó a haber hasta después su muerte, siendo su sucesor César Augusto el primero en utilizar dicho título.
No, nuestra hispalense calle de hoy no lleva nombre de
emperador. Y ya de la que va, un par de falacias más, estas citeras: ni es
cierto que acuñara la famosa ‘Alea jacta est’, “la suerte está echada”;
ni que utilizara la archiconocida ‘Veni,
vidi, vici’, “llegué, vi, vencí”, con el significado bélico que
actualmente le damos. Vaya por Dios.
Del
calendario juliano
En la primera entrega del mes (Calle marzo) ya le daba unas pinceladas al respecto, que ahora afianzaremos algo más. Encargada por César, esta trascendental reforma metrológica acabó en el 46 a. C. con el antiguo calendario romano lunar de tan solo 304 días y que tanto desfase temporal generó, por su corta duración, entre el paso de los meses y las llegadas de las estaciones meteorológicas, que no astronómicas, del año.
Para remediarlo, César, instituyó uno solar de 365,25
días, agrupados en doce meses, lo que estaba bastante bien comparado con lo que
había. Un calendario con años de 365 y 366 días, años bisiestos,
al añadir uno más al mes de febrero, y que contaba como bisiesto uno de cada
cuatro años, incluso los seculares, de modo que con él se cometía un error de
7,5 días cada 1000 años.
Lo que no parece que sea mucho y, sin embargo, con el
paso del tiempo lo fue.
Echando
números
Y es que, en realidad, el año estacional o trópico dura un poco menos que el juliano, en concreto 365,242 189 o sea 365 días, 5 h, 48 min y 45,16 s lo que, a ojo de buen cubero, vienen a ser unos once minutos y catorce segundos más cada año, o sea, un día de más cada 128 años. Y eso, claro, terminó trayendo problemas.
De hecho, a mediados del siglo XVI, este calendario
llevaba ya diez días de adelanto a las estaciones meteorológicas y las fiestas
religiosas, motivos por el que el papa Gregorio XIII ordenó que se
realizara uno nuevo, el calendario gregoriano.
El mismo que, de manera desigual, los diferentes países
empezaron a implantar a partir del 4 de octubre de 1582, año en el que
se suprimieron esos diez días, en concreto desde el 5 al 15 de octubre. Pero
esa es otra historia que habrá que contar en otro momento pues, como dijo Marañón:
‘Quien sólo sabe de ciencia, ni ciencia sabe’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue
publicado el 14 de marzo de 2022, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA,
del diario digital Sevilla Actualidad.
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