jueves, 27 de enero de 2022

La ley de Brandolini

Hace más o menos un mes le escribía, aunque sólo de pasada entonces, acerca de esta ley del encabezado que, si bien cuenta con precedentes que se remontan al siglo XVIII, digamos para los intereses que nos traen aquí, fue formulada públicamente por primera vez en enero de 2013 por un tal Alberto Brandolini, italiano y desarrollador de programas de computación.

‘Thinking, Fast and Slow’, 2001

Quien afirmó haberse inspirado en la lectura de este libro, traducido como “Pensar rápido, pensar despacio”, del psicólogo israelo-estadounidense Daniel Kahneman (1934), autor de estudios sobre conceptos como: psicología del juicio, toma de decisiones y economía del comportamiento.

Por lo que tengo leído, algunos de sus resultados empíricos desafían el supuesto de la racionalidad humana que prevalece en la teoría económica moderna, o sea que por un lado, no se trata de un asunto menor y, por otro, hablamos de un psicólogo y no de un economista.

Una lectura, que también afirmó haber realizado justo antes de ver un programa de entrevistas políticas, donde el periodista Marco Travaglio y el ex primer ministro Silvio Berlusconi se atacaban mutuamente. En fin, cosas que pasan.

Kahneman y Dyson

Por completar la información, sepa que dicho libro fue reseñado en New York Review of Books, nada menos que, por el físico teórico y matemático británico-estadounidense Freeman Dyson (1923-2020).

Sí, quien está pensando y es conocido por sus contribuciones en electrodinámica cuántica, física del estado sólido, astronomía e ingeniería nuclear, y archiconocido, claro, por la revolucionaria e hipotética megaestructura de tamaño astronómico denominada esfera de Dyson.

Esa capaz de contener a toda una estrella, lo que permitiría a una civilización avanzada aprovechar al máximo su energía lumínica y térmica y a partir de ahí, bueno, bueno. Vamos lo que se dice ciencia y ciencia ficción de las buenas.

Ley de Brandolini

Para que termine de hacerse una idea, de por donde anda el nivel científico de la supuesta ley, su enunciado reza así: “La cantidad de energía que se necesita para refutar (o corregir) una estupidez, es de un orden de magnitud superior a la que se necesita para producir esa misma estupidez”.

Como puede ver, y si nos atenemos al texto, la susodicha es todo un misil de ironía bajo la línea de flotación de cualquier razonamiento, y a la que no pocos, desde el punto de vista técnico, no consideran una ley sino un principio. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

1 comentario:

  1. Una temática novedosa y un comienzo prometedor, espero con impaciencia la continuación.

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