martes, 28 de diciembre de 2021

Alfonso X ‘el Sabio’. Astronomía razonable (y 2)

(Continuación) Su vocalista, Manolo García, en la que es la séptima canción del CD (segunda de la cara b del LP) canta: Entregarme al vértigo salvaje / de una astronomía razonable. / Arropados por la bendición del desorden lunar, / dejaremos toda ley atrás divina o terrenal.

En fin, cosas poéticas de la rima asonante y consonante, poco relacionadas quizás con el científico mundo de las ciencias del espacio. Pero qué quiere, no llego a más, sólo soy químico de formación.

Un sabio legado astronómico

Volviendo a lo que nos trae, lo que trato de decirle es que, tras el pensamiento astrológico del monarca, subyacía un importante objetivo astronómico: el de proporcionar un esquema práctico para calcular la posición del Sol, la Luna y los planetas, de acuerdo con el sistema geocéntrico del astrónomo griego Claudio Ptolomeo (100-170).

Y que se plasmó en las famosas Tablas Alfonsíes cuyas originales, manuscritas en castellano, no se han conservado. La obra estuvo desaparecida durante medio siglo hasta que, en 1321, se realizó una versión en latín cuyas copias comenzaron a circular pronto por Europa. Celebramos pues su septuagentésimo (700.º) aniversario

La primera versión impresa apareció en 1483 en Venecia y la segunda edición se publicó nueve años después, en 1492, precisamente una de esas copias fue adquirida por un joven estudiante de la Universidad de Cracovia (Polonia), un tal Nicolás Copérnico (1473-1543) que seguro le suena.

Del geocentrismo al heliocentrismo

Un ejemplar que encuadernó con tapas de cuero y al que añadió 16 hojas en blanco para sus anotaciones, toda una declaración de intenciones sobre lo que pensaba hacer con esa compilación de todo el saber cósmico de la época.

Pensando que quizás el universo no era como decían, Nicolás se planteó un cambio de modelo para el sistema solar que, medio siglo después y poco antes de su muerte en 1543, culminaría en la publicación de De revolutionibus orbium coelestium.

Un título premonitorio para la revolución que llegó a prender a lo largo del siglo XVI y por la que el heliocentrismo derribaba al geocentrismo, Copérnico sustituía a Ptolomeo.

Por cierto, recordar a modo de apunte que el modelo heliocéntrico ya había sido propuesto algunos siglos antes de Cristo, por el astrónomo y matemático griego Aristarco de Samos (310-230). Nada nuevo bajo el Sol, que sentenció el clásico.

De este modo la obra de Alfonso X, en manos copernicanas, contribuyó a modificar el paradigma del mundo, pues supuso desplazar a la Tierra del centro del universo. Y no fue lo único que cambió. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

 

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