martes, 12 de octubre de 2021

‘Calabuch’ y “el espíritu de la época”

(Continuación) En ella se nos cuenta cómo en plena Guerra Fría, un físico nuclear estadounidense llega a un imaginado y pequeño pueblo de la costa mediterránea española, Calabuch, -un topónimo inventado, lo más próximo a la realidad sería Calabuig, Gerona, aunque fue rodada íntegramente con todos los extras locales en la castellonense Peñíscola-.

Y seguía contando del científico que en principio había creído en las bondades de la energía nuclear, pero tuvo que escapar de su país por disconformidad con el empírico uso belicista que allí se le estaba dando, llevando consigo todos sus codiciados secretos.

Y he aquí que en su huida se refugia en Calabuch, atraído por la vida sencilla de su gente basada en el sentido del humor y amistad. No le voy a destripar aquí el argumento, pero sí le diré que al final el ejército estadounidense lo localiza por una fotografía de periódico, obligándole a regresar a su país.

No en vano es un prestigioso científico, poseedor de unos singulares e inestimables conocimientos físicos. También ha de saber que la película, dentro del más puro estilo berlanguiano, termina relativamente bien con su carga de mordaz ironía, humor entrañable y exacerbadas sátiras sociales y políticas.

Lo que se dice una comedia dramática normal de la que, sin embargo, llama poderosamente la atención su temática científica, ¿por qué esa y no otra?

“El espíritu de la época”

Parece existir cierto consenso en el hecho de que el director valenciano no se pudo sustraer de lo que se dio en llamar el “espíritu de la época”. Una visión buenista de la energía nuclear, que bien es cierto se encontraba por todos lados y era presentada como una de las grandes esperanzas para un futuro mejor de la humanidad.

Ya, lo sé, y estoy con usted. Hoy día, visto con la perspectiva que da el tiempo transcurrido, cualquiera iba a imaginar lo que le pasaría en el ínterin a tan pretendida panacea. Menuda la deriva ambientalista que ha tomado dicho posicionamiento energético, aunque ojo, ‘nunca digamos nunca jamás’.

Digo esto porque las centrales nucleares, no solo no emiten dióxido de carbono (CO2), recuerde un gas de efecto invernadero considerado como el mayor impulsor del calentamiento global, sino porque el precio del megavatio hora (MWh) que produce, no tiene competencia económica en el mercado. Ojo al dato, que dijo uno tras un micrófono. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

 

 

 

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