lunes, 23 de agosto de 2021

Marte silente, errante y resiliente: Magia

(Continuación) Pero para tal evolución ha tenido que transcurrir no solo mucho tiempo, sino haberse desarrollado diferentes campos del conocimiento humano: desde la magia hasta la ciencia, pasando por la mitología y la creencia. Un largo camino.

Septenario mágico (o cuando el siete está en todo)

La razón de la suspecta magia numerológica arranca con la superposición de que son siete los orificios que tenemos en la cara y siete los cuerpos que vemos a simple vista en el cielo, un sucedido a los que la estulticia humana que conocemos como astrología denomina septenario.

Un término que sirve en general para denominar a todo conjunto formado por siete elementos, unidades o guarismos, con diferentes simbologías y relaciones como podrían ser: las fases lunares, que duran siete días, origen de la semana y, a través de las cuales surge el mes.

O las siete columnas, sobre las que se construyó el Templo de la sabiduría de Salomón (una curiosa unión en la misma casa de Dios sobre la Tierra, al sumarse el tres divino con el cuatro terrenal, sí, otros dos números mágicos).

Por cierto, sobre siete columnas se edificó Roma; siete años fueron los que Salomón necesitó para construir el templo; y fue el séptimo día cuando el Creador dejó de trabajar y descansó. Una nueva aplicación más que añadir, ahora como indicador de la finalización de un ciclo y de su renovación.

Otros sietes mágicos

Pero las aplicaciones del susodicho guarismo no quedan aquí, y así tenemos: los pecados capitales, compensados con las virtudes cardinales; los bíblicos ‘siete años de vacas flacas y siete años de vacas gordas’; el candelabro judío de siete brazos; los espíritus que reposan sobre la vara de José; los cielos donde habitan las órdenes angélicas o los siete sacramentos.

Sin dejar atrás los milagros del mundo, conocidos desde el inicio de la humanidad; los siete mares; las siete cuerdas de la lira, instrumento sagrado de Apolo que originaba los tonos de los siete planetas, es decir las notas musicales; o los siete colores del arco iris, una muestra más del septenario vibracional.

Y por supuesto las maravillas del mundo; las siete artes conocidas en la Edad Media; el cuento de las botas de las siete leguas; el de Blancanieves y los enanitos; y, por qué no, las supuestas vidas que tiene un gato.

¿Un número mágico, entonces, el siete?, pues no. Le sorprenderá saber que, a poco que nos lo propongamos, pasaría algo muy parecido escogiéramos el número que escogiéramos, que también sería “mágico”. No es más que numerología, una superchería más. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

 

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