(Continuación) Dado que este planeta tiene una atmósfera que no es estática sino dinámica, se mueve, resulta del todo razonable plantearse si, vistas desde él, las estrellas titilan (¿Por qué las estrellas titilan y los planetas no?).
Una hipótesis de respuesta negativa, ya lo sabe, cuya explicación se encuentra precisamente en las características físicas de dicha atmósfera, que no resultan ser las más adecuadas para que se produzca este efecto óptico.
Composición y temperatura
Empezando por su
altura, que es unas cien veces más delgada que la de la Tierra, y
acabando por su composición de la que, desde 2012 y gracias al instrumento SAM
de Curiosity, sabemos que en el Cráter Gale la atmósfera marciana
contiene: 95,9 % de dióxido de carbono CO2; 2,0 % de argón Ar; 1,9 %
de nitrógeno gas N2; 0,14 % de oxígeno gas O2; 0,06 % de monóxido
de carbono (CO); y otros.
No obstante, las variaciones de temperatura (tª) que se producen en las capas altas de la misma -se trata de un planeta rocoso-, producen modificaciones en el valor de su índice de refracción (n) que le hacen comportarse como si fueran una serie de pequeñas lentes convergentes (lupas) que focalizan la luz.
Un fenómeno óptico que
posibilita que las estrellas titilen vistas a su través, siempre que se cumplan
tres condiciones ligadas a ciertas características de la misma lente, la
estrella propiamente dicha y el flujo del aire interpuesto entre ellas. Sí, es
algo complejo.
Condiciones ópticas
Sin ánimo de
profundizar en las mismas y a modo de prontuario, son estas tres las
condiciones que se deben cumplir: a) La longitud focal efectiva de las
“lentes” (distancia entre su centro óptico y el foco) debe ser igual a su
altura sobre el suelo.
b) El tamaño angular aparente de la estrella (o diámetro de la perspectiva que tiene ese objeto desde el punto en que estamos y no su tamaño real) debe ser menor que el tamaño angular aparente de las “lentes” en la atmósfera, que a su vez debe ser menor que la resolución angular del ojo humano.
c) La velocidad del
flujo de aire (su movimiento entre dos puntos, motivado por una diferencia
de presión entre ellos y en el sentido de mayor a menor presión) dividida por
el diámetro típico de las “lentes”, debe estar en el rango entre uno y diez
hercios (1-10 Hz), para que así la variación en la intensidad de la luz sea
percibida como un centelleo por el ojo humano.
Tres requisitos que en
el caso marciano no se cumplen de forma que, aunque la cantidad de luz que
llegaría a nuestros ojos de cada estrella cambiaría con el tiempo, lo hace lo suficientemente
rápido como para que no lo podamos apreciar a simple vista. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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