(Continuación) Y eso es una forma de comunicación interhumana que resulta positiva cuando se realiza de forma libre, entre compañeros o amigos del barrio. Visto así, tengo para mí que el futbol es, debe ser, cultura.
Pero también existen personas indiferentes a él que no se
sienten atraídas por el rodar del balón sobre el césped y, es más, las hay que
lo detestan e incluso lo consideran una actividad nociva que contribuye a que
las masas dejen de pensar en lo que realmente importa, o debe importar.
Cómo olvidar el antañón mantra (Galeano, dixit)
esgrimido contra el régimen totalitarista de la España franquista, según el
cual “el fútbol era el opio del pueblo”, y supuestamente suministrado a fin de que los españoles
no pensaran en política, ¿hoy como ayer?
Un futbol, ya ve por dónde voy, que no es el que se
practica en cualquier campo sino en grandes estadios de cemento en los que,
según algunos, el juego liberador se transforma en actividad represiva, y la
pasión futbolera se desborda hasta convertirse en algo que puede
deshumanizarnos, o hacernos caer en un indeseable esquema de manipulación.
Es cuando descubrimos el lado oscuro de los macro eventos deportivos y, visto así, el futbol no es cultura.
Fútbol
no es sólo fútbol.
Por otro lado, ya los estará echando en falta, andan
otros campos de actividades humanas como la ciencia, el arte, la religión,
la guerra o la economía y, sus protagonistas principales
-intelectuales, periodistas, científicos, empresarios y artistas varios, sin
olvidarnos de los futbolistas-, que también ponen de su parte añadiendo leña al
fuego de la cultural cuestión futbolera, ¿es el futbol cultura?
Pues probablemente ni él ni el deporte en general lo sean.
Otra cuestión es que, de forma inevitable, rocen en muchas ocasiones al mundo
de la cultura y exijan por ello un especial tratamiento. Parece innegable que, nadie
que se tenga por inteligente, puede permanecer ajeno al incendio popular que
supone la práctica del deporte rey.
Máxime si tenemos en cuenta la enorme dimensión que, en la mayor parte de los países, adquiere la celebración de determinados partidos, sea a nivel nacional o internacional. Una celebración que algunos intelectuales cargan de ciertos significados, como el de ser un sustitutivo de la guerra, como ya hizo en la última década del actual siglo quien fuera director de la Real Academia Española (RAE), el filólogo y escritor Fernando Lázaro Carreter (1923-2004).
A favor
del fútbol, como metáfora de guerra
Un remedo más que afortunado el de sustituir la pasión de
un incruento y desarmado partido de fútbol, incluidas sus esporádicas e
inexcusables excrecencias violentas, en lugar de la cruenta guerra con armas y
el inevitable derrame de sangre. Una especie de futbol versus guerra.
Ni que decir tiene que es mucho mejor que dos equipos en
un campo de futbol ventilen el orgullo patrio, a que lo hagan dos ejércitos en
un campo de batalla, mucho mejor sin duda. Ni punto de comparación.
Cómo olvidar que fue en la España vencedora de Inglaterra, en los mundiales de Brasil (1950) con el mítico gol de Telmo Zarra, cuando se oyó en boca del por aquel entonces presidente de la Federación de fútbol, lo que se oyó. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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