(Continuación) Sin duda la de Roque Dalton es una prosaica forma de tocar tierra, en este caso por el camino de la hipérbole. A modo curiosidad, el poeta fue muy amigo del cantautor cubano Silvio Rodríguez (1946), quien le dedicó su conocido tema Unicornio (1982), empieza con “Mi unicornio azul ayer se me perdió, / pastando lo deje y desapareció.…”
O el colombiano Gabriel García Márquez
(1927-2014), Premio Nobel de Literatura en 1982 quien en Crónica
de una muerte anunciada de 1981 nos describe: “La había despertado cuando
trataba de encontrar a tientas una aspirina en el botiquín del baño”.
A comienzos de la última década del siglo pasado, el
mejicano Carlos Fuentes (1928-2012) en Apolo y las putas de 1991-92,
nos cuenta: “Sin duda me esforcé demasiado; la cabeza me dolía, sentí que
necesitaba un baño, una aspirina y una cama…”.
Y en Uruguay, Mario Benedetti (1920-2009), en La borra del café de 1992 relata: “Le dio una aspirina, y ella, resignada por fin a lo inevitable, se mejoró en veinticuatro horas”. Solo un año después, el español Juan Marsé (1933-2020) narraba en El Embrujo de Shanghai, 1993: “Besó la frente de su hija, cogió el bolso y antes de irse se tomó dos aspirinas y un vaso de gaseosa. –Desde que no bebo, me duele la cabeza –dijo-”. Estas cosas pasan.
Más y más, y más
Es más. Hasta el literato George Steiner (1929-2020)
la cita en una entrevista que le realizaron a propósito de haberle sido
otorgado el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2001,
vino a decir: “Hoy por hoy, la novela es como una aspirina que te tomas después
de salir del trabajo”.
Por ir cerrando a lo grande, le traigo una cita de
la mexicana Ángeles Mastretta (1949) perteneciente a su libro El
cielo de los leones 2003: “Hay maravillas que pueden conseguirse todos los
días, pero que necesitan precisión: cualquier párrafo de Gabriel García
Márquez, el sabor aterciopelado del café cuando no hierve, una flauta de Mozart
sonando en el coche mientras afuera ruge el tránsito más fiero, una aspirina a
tiempo, un beso a destiempo”.
Pensaba finalizar aquí esta saga acerca de la Aspirina y algunos de sus nexos, pues cuando la inicié lo hice sin ánimo de ser exhaustivo, propósito alguno de agotar el tema y ninguna intención de ser excluyente, aunque tenía mis reservas de que fuera a ser así. Estaba convencido de que usted, atento y avisado lector, aportaría nuevos vínculos a este enrocado predio, como así ha sido.
Y han venido de la mano de: algún científico
injustamente omitido por mí; algún que otro infaltable artista sea escritor,
cineasta o músico; o de una mezcla de ambos, aunque, eso sí, con un nexo
aspirínico mínimamente reseñable.
Colaboración bloguera
No hay duda de que el fármaco es una mina de oro
blanco, perdón por la simpleza del recurso, y sin más dilación le pongo negro
sobre blanco un esquema-resumen de buena parte de lo que me ha llegado de su
parte. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
tengo una duda, aspirina, cómo se escribe ¿con minúscula o con mayúscula? Gracias. Muy completo el enroque aspirinense.
ResponderEliminar