domingo, 6 de diciembre de 2020

Ciencias y heráldica: Marquesado de Grisolía (1)

(Continuación) De un reconocimiento de nobleza a un científico, Joan Oró Florensa, a otro que ya se imagina es el del marquesado de Grisolía (2014), otorgado a favor del bioquímico valenciano Santiago Grisolía García (1923), que también puso su afán a la hora de colaborar en el diseño de su particular escudo de armas.

Escudo de armas del marquesado de Grisolía

Por orden cronológico es el segundo de ellos y tal como recoge el BOE, lo recibió el 13 de mayo de 2014: ‘La prolongada y encomiable labor investigadora y docente de don Santiago Grisolía García y su contribución al conocimiento científico, merecen un reconocimiento especial, por lo que, queriendo demostrarle mi Real aprecio, vengo en otorgarle el título de Marqués de Grisolía, para sí y sus sucesores, de acuerdo con la legislación nobiliaria española’.

Y en su escudo nobiliario, bajo el timbrado de corona de marqués, ni asomo de castillos, lanzas o cañones, ni tampoco leones rampantes, grifos o dragones alados, sí, por el contrario, en el blasón del marquesado lo que se incluyen son los hallazgos que, en opinión de algunos, casi lo llevaron al Premio Nobel.

Me refiero a unos cristales de enzimas y la fórmula del acetil glutámico que, si bien es cierto como afirma su titular, pertenecen al campo de las ciencias, no son tan ciertas otras de sus afirmaciones según las cuales el suyo es el primer escudo heráldico y él, el primer español en integrar elementos propios de la disciplina científica que le han hecho acreedor a él. Y no es así, basta recordar al ya enrocado Oró y, antes que ellos, y por enrocar aún, el marquesado de Sagnier (1923).

Escudo de armas del marquesado de Grisolía. Cuarteles

En el primer cuartel de este escudo cuadrilongo redondeado en punta (escudo español), un fajado de oro y azur (esmalte de color azul) que son las “armas” del pequeño pueblo de Grisolía, en el sur de Italia, desde donde emigró su tatarabuelo a España. En el segundo, en campo de plata, un sembrado de figuras naturales de enzimas cristalinas contorneadas en sable (esmalte de color negro), y sobre él un pergamino de su color, con la fórmula del acetil glutámico también en sable.

Al fin y al cabo, como experto en enzimología fue promotor y director del Proyecto Genoma Humano de la UNESCO, y en sus propias palabras, el título de la nobleza “es un reconocimiento a la ciencia”. Palabra de marqués y científico. Por cierto, un inciso, ¿quién le iba a decir al nobel Severo Ochoa, republicano que no quiso títulos, que dos de sus discípulos iban a ser marqueses?

‘Ni quito ni pongo rey’

Por mi parte, como en la anterior titulación, nada que decir acerca de la conveniencia e idoneidad del diseño y las “armas” utilizadas en él. No ignoran que soy un confeso y total ignorante heráldico y tengo bien claro que, para estas cuitas, maestros tiene la iglesia. Si acaso y como dijo aquél, ‘Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor’, que en mi caso no es otro que el señor de la divulgación científica.

Una expresión cuya primera parte hace alusión a la neutralidad de alguien frente a un asunto, a la hora de dar su opinión o posicionarse, mientras que la coletilla de la locución da un paso más y aclara que, si bien ese alguien no quería posicionarse en un asunto no obstante debía hacerlo hacia aquel que le pagaba o había contratado sus servicios. (Continuará)


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