(Continuación) Bueno pues ya ve que sí, que doy continuación a la amenazante saga, y la razón no es otra que la ventana que entreabrí en la entrada anterior como segunda hipótesis de la extinción de los dinosaurios, junto a la del impacto extraterrestre.
Vulcanismo, una amenaza terrestre
Me refiero a la de un antañón período de gran actividad volcánica en el planeta, si bien recientes investigaciones publicadas a primero de año en la revista Science apuntan a que no. Las huellas ambientales de dichas erupciones masivas ocurridas en la India, en la región conocida como las Traps del Decán, tuvieron lugar mucho antes de la extinción animal por lo que deben ser descartadas como la causa principal.
En principio y por ahora, está aceptado que el
vulcanismo no influyó en la extinción de los dinosaurios, aunque los
efectos destructivos de su actividad no debemos minusvalorarlos. Me viene a la
cabeza, algo enroqué y alguna charla día al respecto en su momento, lo que se
dio en llamar en prensa algo así como 1816,
el año sin verano.
Un sucedido con diferentes vínculos artísticos y científicos, en los que anduvo como desencadenante la nube de cenizas que arrojó a la atmósfera el volcán Tambora, situado en la isla indonesia de Sumbawa entonces parte de las Indias Orientales holandesas, al entrar en erupción el 5 de abril de 1815. Pueden leer ‘¡Stille Nacht!’, ‘Frankenstein’ y volcán Tambora , ‘Villa Diodati’, factoría del terror, Tambora, 5 de abril 1815 entre otras entradas
Otras amenazas terrestres: Terremotos y
pandemias
En la misma categoría de fenómeno terrestre
natural, con las indeseadas características de imprevisibilidad y peligro para
los humanos, se encuentran los terremotos. De los que sabemos mucho de
lo necesario -como qué zonas del planeta son especialmente sensibles (donde
chocan placas tectónicas diferentes), y algunos de los posibles indicios
de que se van a producir- pero no todo lo suficiente cómo para saber cuándo va
a tener lugar uno de ellos o los efectos que van a producir.
Esto es algo que aún está fuera del alcance de
la sismología actual, de modo que avanzamos sí, pero no lo suficiente. Últimos estudios hacen pensar que la Tierra emite de forma natural el gas dióxido
de carbono (CO2), principal responsable del efecto
invernadero, cuando las fuerzas tectónicas derriten rocas carbonatadas.
Pero no podemos establecer de forma cierta una relación causa-efecto sobre si este gas es el reponsable del terremoto o, al menos, si su presencia nos permite predecirlos. De hecho, ignoramos si es la única causa posible de ellos.
En definitiva, seguimos sin poder predecir con
certidumbre y algo de exactitud, cuándo se producirá un terremoto, de forma que
lo prudente es no vivir en zonas sísmicas y, si no hay más remedio, procurar
hacerlo en edificios construidos con medidas antisísmicas. Precaución.
Otro de los fenómenos naturales de los que
sabemos que pueden ocurrir y con consecuencias terribles para la humanidad, pero
de los que ignoramos cómo predecir con la antelación y precisión suficiente
como para tomar medidas, son las pandemias. Poco que decirle de lo que
usted no tenga noticias, sobre esta enfermedad COVID-19 que sufrimos, causada
por ese virus habitante de otra especie animal de donde nos viene, y que conocemos
como coronavirus SARS-CoV-2. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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