(Continuación) Piteas
fue el primero en observar fenómenos como el sol de medianoche y la aurora
boreal, y en vincular las fases de la Luna con la periodicidad y
amplitud de las mareas, percatándose además que no era el único cuerpo
celeste implicado, en su opinión también el Sol lo estaba.
A esta conclusión llegó
cuando, en el 330 a. C., se dio cuenta que en el océano Atlántico, al contrario
de lo que ocurría en el tranquilo mar Mediterráneo, las mareas eran mucho más
acusadas durante las fases de luna llena y luna nueva. Una
observación que le hizo reflexionar sobre la importante influencia del satélite
en el comportamiento de nuestras aguas y que no quedó ahí. El más que curioso e
intrépido Piteas también notó una particularidad de las mareas: durante
las estaciones primavera y otoño, este fenómeno natural se
producía con más intensidad.
Una evidencia a su
entender de que también el Sol, junto a la Luna, estaba
relacionado con este movimiento de ascenso y descenso de las aguas, del que por
cierto Piteas constató que no se repiten cada 24 horas sino cada 25
horas aproximadamente. Recuerde el retraso en las mareas.
Mareas en la antigüedad griega. Posidonio
Unos tres siglos después
otro griego inquieto, el estoico Posidonio (135-51 a.
C.), considerado el mayor polímata de su tiempo, también creía, como Piteas,
que las mareas estaban causadas por la Luna, si bien la explicación que daba
para el fenómeno no era correcta. Él creía que nuestro único satélite estaba
compuesto por una mezcla de aire y fuego, de modo que las mareas
altas se debían a la enorme cantidad de calor que emanaba de él, suficiente
como para expandir y hacer subir el agua, pero no como para llegar a
evaporarla. No estuvo nada mal el intento.
Posidonio se dedicó a observar las mareas del
Atlántico en las costas de España y observó que las diarias estaban conectadas con la órbita terrestre y las mensuales
con los ciclos lunares, llegando incluso a elaborar una hipótesis que relacionaba
ciclos anuales, equinoccios y solsticios.
En Gades (Cádiz) también
estudió el agua de pozos y manantiales, descubriendo algo realmente llamativo y
desconcertante: cuando la marea oceánica subía, el agua de los pozos y
manantiales descendía y viceversa, lo que resulta contrario a toda lógica. Lo
sabemos no por sus obras, fueron numerosas pero solo han sobrevivido fragmentos,
sino por lo que recoge el historiador griego Estrabón (63a. C.-25 d. C.)
en su obra Geografía:
“Hay
un manantial en [el templo de] Heraclio en Gades [Cádiz], en el que bastan unos
pocos escalones para llegar hasta el agua (que es potable), y el manantial se
comporta de forma inversa al flujo y reflujo del mar, ya que desciende en el
momento de la pleamar y asciende durante la bajamar”
¿Cuál podía ser la causa
de tan extraño comportamiento, casi antinatura? Desde luego que en aquella
época era imposible de toda imposibilidad conocerla, tanto que de hecho esto no
fue posible hasta veinte siglos después. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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