viernes, 3 de abril de 2020

SARS-CoV-2, el coronavirus de 2019

Es el nombre oficial y definitivo con el que este pasado febrero el Comité Internacional de Taxonomía de Virus (ICTV, por sus siglas en inglés) ha identificado al último de los coronavirus conocidos, aunque es frecuente que se siga empleando el provisional 2019-nCoV o incluso el genérico coronavirus que, si bien no resulta incorrecto del todo, en puridad no es del todo preciso para referirse a uno en específico, el SARS-CoV-2.
Su denominación procede de la unión de tres elementos: Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SARS, por sus siglas en inglés), coronavirus (CoV) y un 2 (CoV-2) porque han de saber que este nuevo miembro de la familia guarda un parecido genético importante con otro detectado antes, el SARS-CoV-1, que seguramente recordará y que brotó a principios de siglo, en 2002.
Los coronavirus, que suelen vivir en murciélagos, pájaros y ratas son innumerables, aunque solo siete (7) de ellos que sepamos hasta ahora pueden causar enfermedades en humanos. Cuatro de ellos (HCoV-229E, HCoV-NL63, HCoV-HKU1, y HCoV-OC43) suelen causar solo un resfriado común, que puede ser grave en personas inmunodeprimidas.
De hecho, sólo a lo largo de este siglo se han descrito tres brotes epidémicos importantes causados por tres coronavirus distintos: el ya mencionado SARS-CoV-1 (2002-2003), el MERS-CoV (2012-actualidad) y ahora el SARS-CoV-2, del que se desconoce hasta cuándo estará presente. Por completar la etimología vírica de este trio, el nombre del segundo virus procede de la unión de Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS, por sus siglas en inglés) y coronavirus (CoV).
A fin de no repetir anteriores errores cometidos a la hora de nombrar a los virus -que condujeron tanto a algunas inexactitudes científicas, como a la estigmatización de un país, un grupo de personas, un animal o una región del planeta-, la Organización Mundial de Salud (OMS) dictó un formato estándar para usar en futuros brotes de nuevas versiones.
Una denominación, responsabilidad del ICTV, entre cuyas directrices estaban las de que el nombre del nuevo coronavirus no debía incluir: lugares geográficos, nombres de personas, animales o tipo de comida, referencias a una cultura o industria en particular.
Además, se consideró que el nombre debía ser corto, descriptivo fácilmente pronunciable. Así que ni “virus de Wuhan” ni “nuevo coronavirus-2019” ni “virus COVID-19” o cualquier otra denominación que pueda leer o escuchar, su designación oficial es SARS-CoV-2 (síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2).
Por último destacar que, a pesar de la similitud de sus nombres, los virus SARS-CoV-1 y SARS-CoV-2 son bastantes distintos entre sí, como diferentes son las enfermedades infecciosas que producen, así como los nombres que las designan. Que esa es otra. Los virus y las enfermedades a las que dan lugar no tienen el mismo nombre, aunque deben guardar alguna relación.
Y así, mientras el virus SARS-CoV-1 produce la enfermedad de nombre SARS, el MERS-CoV produce la conocida como MERS, y el virus SARS-CoV-2 la enfermedad llamada COVID-19.
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