sábado, 29 de febrero de 2020

30 de febrero, una fecha más que rara (1)

No, no se moleste en volverlo a ver, ha leído bien, pone 30 de febrero. Tampoco se trata de un error de transcripción por mi parte, lo que bien podría ser, pero no es el caso, la fecha del título es correcta y es de ella precisamente de la que le quiero escribir.
De la real de hoy 29 de febrero -una fecha rara por escasa, aparece cada cuatro años, y ya sabe que solo existe en los años bisiestos como este de 2020- ya hemos enrocado alguna que otra entrada relativa al día extra y el año raro, entre ellas: ¿Por qué hay años bisiestos?, Nueva regla para los años bisiestos, ¿Por qué se llaman bisiestos?, ¿Cuándo cumplen años los que nacen un 29 de febrero? o Acerca de los “bisiestos”.
Suficientes por ahora como para que hoy me centre en la de marra, 30 de febrero, que es una fecha mucho más rara. De hecho, a lo largo de la historia y hasta ahora, sólo ha existido como tal en tres ocasiones y en dos países concretos. La primera a comienzos del siglo XVIII en Suecia, y las otras dos a finales del tercer tercio del siglo XX, en la Unión Soviética. Se las expongo por orden cronológico de aparición.
30 de febrero de 1712, Suecia
Es el primer 30 de febrero del que tenemos constancia y tuvo lugar en Suecia, un país que en los albores del siglo XVIII era una de las más poderosas potencias europeas pues su territorio abarcaba lo que ahora son Finlandia, Estonia, Letonia y un gran pedazo de Noruega, además de pequeños trozos de Rusia y la actual Alemania. O sea.
Pues bien, a pesar de ser católica y el Papa Gregorio XIII, asesorado por el astrónomo alemán Cristopher Clavius, instaurara el calendario gregoriano (1582) en sustitución del juliano, ordenando que al día 4 de octubre le siguiera el 15, en vez del 5 como Dios manda (perdón), y con esos diez días suprimidos igualar los calendarios solar y eclesiástico, a pesar de eso les decía, Suecia, como otros países europeos, no estuvo ni muy diligente ni muy dispuesta a la hora de ponerlo en marcha. Verán.
No estuvo diligente porque no fue hasta noviembre de 1699, algo más de un siglo después, cuando decidió adoptar el nuevo calendario gregoriano para empezar a utilizarlo a partir de 1700. Tampoco estuvo dispuesta porque lo quiso hacer a su manera, y en vez de suprimir abruptamente la decena de días octubrinos como mandaba el Papa, optó por una reforma paulatina reduciendo un día por año, hasta completar el retraso.
Otras fuentes indican un método diferente, el de omitir los años bisiestos y su día adicional entre 1700 y 1740, para así acercarse al calendario gregoriano. Para el caso es lo mismo.
Calendario sueco
Porque se quitó un día el 1 de marzo en 1700 pero -con el comienzo de la Gran Guerra del Norte, una serie de conflictos en el NE de Europa entre los años 1700 y 1721-, no se volvió a hacer ninguna reducción más. De modo que el llamado calendario sueco se adelantaba en un día al calendario juliano, pero aún tenía nueve días de retraso con respecto al gregoriano. O sea que ‘no era ni fu ni fa’, ‘ni chicha ni limoná’. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.



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