Bien, pero a todo esto, ¿qué dice ese otro cuerpo de
conocimientos conocido como ciencia, sobre el origen del llamado ‘Fuego
de San Telmo’ y en un principio considerado sobrenatural? Pues lo ya apuntado,
que ni es fuego, ni el santo tiene nada que ver con él, ni protege nada, de
nada. No obstante, mejor será que vayamos por parte.
Referencias científicas: ‘Almanaque del pobre Richard’
Ya adelantamos en la entrega anterior que no fue hasta el
siglo XVIII cuando el polímata estadounidense Benjamin Franklin (1706-1790)
determinó, en 1753, que la naturaleza del ‘fuego de San Telmo’ en realidad era eléctrica.
Es la primera referencia explicativa y científica del fenómeno y aparece en su
publicación Poor Richard’s Almanack.
Un curioso almanaque anual publicado por el mismo Franklin,
bajo el seudónimo de ‘Pobre Richard’ o también ‘Richard Saunders’,
de manera continua desde 1732 hasta 1758 y que fue un éxito de ventas, llegándose
a imprimir hasta diez mil (10 000) ejemplares cada año. Lo que no está nada mal.
Y gracias al almanaque del ‘pobre Richard’, el gran Benjamín,
pudo difundir algunas ideas científicas y modernas sobre diferentes sucedidos astronómicos
y meteorológicos, en contra de las credulidades y creencias que las pretendían
justificar hasta entonces (‘Los faros son más útiles que las iglesias’).
Ciencia frente a creencia, astronomía frente a astrología.
Fueron unas publicaciones muy populares durante la época
prerrevolucionaria porque en ellas las personas encontraban de todo. Desde el calendario
con el santoral, poemas y consejos sobre el cuidado del hogar; hasta predicciones
del tiempo, rompecabezas y otras diversiones, refranes, aforismos y máximas; pasando
por problemas matemáticos (el de 1750 contenía tempranos ejemplos de demografía),
juegos didácticos e información astronómica y astrológica típica de un almanaque
de la época. Una rara avis.
Franklin
y el ‘efecto punta’
Y así entre chistes, poemas, consejos y pasatiempos quien
está considerado como uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos,
en un lenguaje ameno y sencillo pero riguroso, explicaba que el fuego de San Telmo
y las tormentas en general tenían mucho de naturaleza eléctrica y nada
de sobrenatural. Y lo había demostrado empíricamente en 1752, cuando en
Filadelfia, llevó a cabo su archiconocido experimento con la cometa. Ya saben.
A una cometa con esqueleto de metal le ató un hilo de
seda, en cuyo extremo llevaba una llave también metálica y la hizo volar en un
día de tormenta. Confirmó que la llave se cargaba de electricidad, demostrando
así que las nubes están cargadas eléctricamente y los rayos no eran más
que descargas eléctricas. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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