(Continuación) Pero el caso es
que entre tres matemáticos estadounidenses y uno ruso (Robinson, Davis, Putnam y Matiyasevich), y en varios
artículos publicados desde los años 40 a los 70 del pasado siglo, probaron que
el algoritmo del alemán (Hilbert) no existe, o lo que es lo mismo, la irresolubilidad
del ‘Décimo problema de Hilbert’.
Aunque Julia trabajó en otros temas, lo cierto es que sólo
se apartó del campo de estudio de las ecuaciones diofánticas y la decidibilidad,
en dos ocasiones: una fue su tesis doctoral, dedicada a la resolubilidad e
irresolubilidad de problemas matemáticos; y otra, su importante aportación a la
teoría de juegos.
Robinson y la teoría de
juegos
En este terreno desarrolló el concepto de “dinámica de mejor
respuesta”, una especie de instrumento matemático con el que demostró que la
dinámica de un jugador ficticio converge hacia un equilibrio de Nash, en una estrategia
mixta dentro del marco de un juego de suma cero con dos jugadores.
Se trata de una concepción formulada por primera vez en 1950 por el
matemático estadounidense John Forbes Nash (1928-2015), en la que demostraba
que las distintas soluciones, propuestas anteriormente para juegos, tienen la
propiedad de producir un equilibrio de Nash. Una idea fue ampliamente utilizada
con posterioridad en los análisis evolutivos de la teoría de juegos.
Reconocimientos, homenajes
y honores
Además de la juvenil medalla ‘Bausch and Lomb’, que recibió como galardón
a la mejor alumna de ciencias de su centro, nuestra científica de hoy, entre
otros reconocimientos y honores cuenta con haber sido elegida en 1976, miembro
de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, siendo la primera
mujer en conseguirlo.
Y en 1982 la Asociación de Mujeres en Matemáticas (AWM, por sus siglas en
inglés) le dedicó la ‘Conferencia Noether’, un evento anual
destinado a honrar a mujeres que hayan realizado contribuciones fundamentales a
la matemática.
Además, fue la primera mujer en ser presidenta de la American
Mathematical Society (1982-1984), y en 1983 se le concedió un Premio
McArthur, una beca para respaldar el trabajo de científicos del más alto nivel,
dotada con medio millón de dólares (500 000 $).
Y en otro orden de asuntos, permítanme un inciso. Es del todo
comprensible que se haga hincapié en todo eso de “la primera mujer en…”, más
que nada por lo que supone, una muestra de legítimo orgullo por un logro que va
más allá de lo puramente científico. Sí, de acuerdo, pero tengo para mí que
esto no iba mucho con Julia, lo digo haciéndome eco de sus propias palabras: “Toda
esta atención ha sido gratificante pero también embarazosa. Lo que realmente
soy es una matemática. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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