Desde
que nació, Julia Bowman (1919-1985), tuvo una
constitución enfermiza. Mostraba dificultades en el habla y con pocos años enfermó
de escarlatina que se complicaron con unas fiebres reumáticas.
Un cuadro médico que la obligaron a pasar más
de un año en cama y le dejaron problemas cardíacos durante toda su
vida. Una niña débil en lo físico, sí -desarrolló tal grado de timidez que era
su hermana mayor Constance la que hablaba por ella-, pero muy fuerte en
el intelecto y verán por qué les digo esto.
Julia, al no poder asistir a la escuela tuvo que acabar la primaría en
casa con la ayuda de un tutor y de Constance. Del primero les diré lo que dijo
de la niña con respecto a su capacidad: “… en un año, trabajando
tres mañanas a la semana, avanzamos en el programa de quinto, sexto, séptimo y
octavo grados…”.
Y de su hermana, por ahora, sólo un adelanto. Con el tiempo se daría a
conocer como historiadora de las matemáticas con el nombre de Constance
Reid (1918-2010). De este periodo de unión entre hermanas le vino probablemente
a la niña su interés por las ciencias exactas. Se cuenta que en cierta ocasión
llegó a pasar toda una tarde calculando dígitos de la raíz de dos, para
comprobar que no había ley de recurrencia entre ellos. En
fin.
Superada la enfermedad los estudios de
secundaria los hizo ya en el instituto, siendo la única chica matriculada en
las clases de matemáticas y física, donde recibió la medalla ‘Bausch
and Lomb’, un galardón como mejor alumna de ciencias del centro.
Teniendo ya decidido ser maestra de
matemáticas, en septiembre de 1937, su padre se suicida al
perder sus ahorros a causa del crack del 29, haciéndose cargo de los gastos de
estudio de ambas hermanas una de sus tías.
Por ese tiempo cae en sus manos Hombres en las
Matemáticas, libro escrito en 1937 por el matemático y escritor
de ciencia ficción escocés Eric Temple Bell (1883-1960), cuya lectura la
determina a estudiar matemáticas en la Universidad de California. Allí se
matricula en Teoría de Números con el profesor
y matemático estadounidense Raphael
M. Robinson (1911-1995), llegando a entrar en su departamento como
profesora.
Trabajo, amor y doctorado
Publica diferentes artículos sobre el tratamiento de ecuaciones
diofánticas y -es lo que tiene el roce, que hace el cariño-, quienes empezaron como
profesor y alumna, y pasaron a ser colegas después, en 1941 se convirtieron en
mujer y marido. Todo parecía marcharle bien a Julia, miel sobre hojuela que diría
aquél, sin embargo, con la boda, llega el primer disgusto.
Resulta que por ley, en aquella época, estaba prohibido que un
matrimonio impartiera clases en el mismo departamento, de modo que uno de los
dos tenía que renunciar. Y claro, ese uno siempre era la mujer, de modo que Julia
tuvo que enseñar otras asignaturas en otro departamento y, además, hacerlo de
forma discontinua y esporádica. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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