(Continuación) Y después de permanecer en la Luna casi un día -en concreto 21 h,
36 min y 20 s-, llega el momento de partir. Es hora de volver a casa, en el Columbia
les aguarda Collins y en la Tierra les esperan a los tres.
‘La persona más sola del universo’
Esa fue la etiqueta que
los medios de comunicación le colocaron a Collins, durante el tiempo que el
astronauta permaneció solo en el módulo de mando, girando en órbita
circunferencial en torno al satélite. Porque no olvidemos que fue el único tripulante
que no lo pisó, mientras sus compañeros bajaban y subían, iban y venían por él.
A cambio él cumplía con su cometido, que no era de menor responsabilidad y tan
fundamental para el éxito de la misión como el del resto, al estar al cargo
de la supervisión de toda la operación y devolverlos sanos y salvos a la
Tierra.
Pero durante todas
esas horas, no hay duda alguna de que ningún otro ser humano ha estado nunca tan
solo, en toda la historia de la especie, como él estuvo y no es una
exageración. Ni nunca ni tanto les digo, no ya por la distancia física con el
planeta, que también, son trescientos ochenta y cuatro mil cuatrocientos
kilómetros (384 400 km) que se dice pronto, sino por la psicológica.
Les recuerdo que cuando
el pequeño módulo espacial pasaba por la cara oculta de la Luna, además,
Collins perdía toda comunicación con el control en Houston y con los otros dos
astronautas, ya que la masa de nuestro satélite impedía las transmisiones de
radio. Eran cuarenta y ocho minutos (48 min) cada hora y media (1,5 h), en los
que el silencio y la oscuridad exterior lo inundaban todo.
Sin duda hay que tener
un temple especial para ser ese tipo de hombre.
Es más, él siempre
rechazó esta etiqueta de soledad y en no pocas ocasiones manifestó que la
única soledad a la que realmente temió era a la de tener que realizar el viaje de
vuelta solo. Y es que una de las fases más críticas del Apolo 11 era la
del regreso del Eagle, con el que Armstrong y Aldrin
habían descendido a la Luna, al Columbia. Cualquier fallo en ella
supondría, inevitablemente, que ambos murieran. No obstante, y a pesar de todo
esto, es una obviedad que Collins es el astronauta olvidado de la misión y su
nombre es el que más cuesta recordar del Apolo 11.
Sin embargo, es mucho lo
que se ha escrito acerca de su soledad cósmica. Incluso él lo hizo en sus
memorias, ‘Carrying the fire’, considerado el mejor libro escrito por un
astronauta, donde nos dice: “Ahora estoy solo, verdaderamente solo y
completamente aislado de cualquier tipo de vida”. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog]
las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información
sobre ellas.
Rigurosa pero entretenida. Enhorabuena
ResponderEliminar