(Continuación) Unos
números que sobre el papel se dicen y escriben pronto, les decía hace tres días,
pero que sobre el terreno ya les digo, se tardan mucho en conseguir. De hecho,
la teoría de toda esta historia de lanzar cuerpos al espacio empezó mucho antes,
nada menos que en el siglo XVII, y vino de la mano de quien está considerado
como el hombre más decisivo en la historia humana, sí, claro, me refiero al genial
Isaac Newton y sus estudios mecánicos.
Isaac Newton (1642-1727) y los satélites artificiales
Comienza cuando el
hijo de la ‘pérfida Albión’ predice que cualquier proyectil,
convenientemente lanzado, se comportaría como un verdadero satélite. A partir
de sus premisas, si un cuerpo situado a una determinada altura sobre la Tierra,
es lanzado con una velocidad menor que la de escape a esa altura (v0
< vesc), quedará ligado al planeta, describiendo una
órbita elíptica a su alrededor. A estos objetos los denominamos satélites
artificiales.
El matemático y físico,
autor del enunciado de las tres (3) leyes que rigen la dinámica -basándose
en las tres (3) leyes de la cinemática del astrónomo y matemático alemán
Johannes Kepler (1571-1630) y los estudios del polímata pisano Galileo
Galilei (1564-1642)- sobre el movimiento de los cuerpos
concibió, cuando tenía tan solo 23 años, que el universo es único y que,
por consiguiente, la interacción responsable de la caída de los cuerpos era la
misma que la que sostenía a la Luna en su órbita.
El gran mérito de
Newton consiste en explicar con una sola hipótesis fenómenos que hasta entonces
eran considerados como muy diferentes, de forma que los movimientos de nuestro
satélite, de los planetas y de un cuerpo que cae sobre la Tierra están causados
por la misma fuerza. Se trata de la omnipresente interacción gravitatoria,
regida por la Ley de Gravitación Universal (LGU), que publicó en su
libro titulado Philosophiae Naturalis Principia Mathematica de 1687.
Pues bien, todo fue necesario
y vuelvo al siglo XX, para que la bandera estadounidense fuera la primera en
ondear en la Luna, un rotundo triunfo que por cierto, el presidente J. F.
Kennedy no pudo disfrutar al ser asesinado en Dallas, Texas, el viernes 22
de noviembre de 1963. Sabido es que el hombre propone y (para algunos) Dios dispone.
Fue Richard Nixon
(1913-1994), trigésimo séptimo presidente de los Estados Unidos, quien
comandó la misión Apolo 11, si bien estaba implícito el homenaje a su
inductor. Y dejamos aquí la segunda de las fechas. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog]
las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información
sobre ellas.
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