(Continuación) Karen Wetterhahn (1948-1997) fue una
docente y química neoyorquina, especializada en metales pesados y los efectos
que producen cuando nos exponemos a ellos debido a su carácter tóxico. El suyo
es un nuevo caso en el que su accidentada muerte fue la razón de su conocimiento
científico y popular ya que llegó a ser noticia nacional.
Estamos en el verano de 1996 y la Wetterhahn se hallaba inmersa en unos
experimentos relacionados con la interacción de los iones de mercurio (II) en el proceso de reparación del ácido desoxirribonucleico, ADN. Y como
siempre y antes de manipular cualquier sustancia en el laboratorio, se había
puesto unos guantes de látex bien ajustados.
Lo que aprendimos de dos gotas
Por desgracia, al tomar con la pipeta dimetilmercurio, Hg(CH3)2, cayeron dos gotas
sobre su mano, en principio y en teoría protegida por el látex, por lo que la
química no le dio la mayor importancia al accidente. Un trágico error de
apreciación ya que tan solo tres meses después, comenzaron los síntomas
neurológicos propios de una intoxicación por mercurio, a sentir dolor abdominal
y a perder peso de manera preocupante.
De hecho, la presencia de este metal pesado en su sangre superó en
ochenta (80) veces la cantidad máxima tolerable, y en menos de un año, tras su
exposición a unas simples gotas líquidas de ese compuesto orgánico, murió con
tan solo 48 años de edad.
Evidentemente, los guantes protectores de látex de la época se mostraron
insuficientes para impedir los letales efectos que se desarrollaron meses
después del incidente en el que estuvo en contacto con unas gotas. Una muerte
desgraciada que, no obstante, sirvió para evitar otras ya que, gracias a ella
se endurecieron las normas de seguridad en los laboratorios al replantearse la
comunidad científica todos los protocolos de seguridad.
Aprendimos que el dimetilmercurio, quizás la versión más tóxica del
metal, atraviesa en pocos segundos no solo al látex, sino también a barreras de
PVC, butilo, neopreno, siendo es absorbido sin problemas por la piel.
Jason Altom. “No resucitar. Peligro: cianuro de potasio”
Jason Altom (1971-1998) fue un estudiante de doctorado que estaba becado para formar parte del
grupo de investigación que encabezaba en la Universidad de Harvard, el Premio Nobel de Química en 1990, Elias
James Corey (1928). (Continuará)
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