(Continuación) Todos conocemos a este personaje del famoso cuento Las aventuras de Alicia en el país de las
maravillas, publicado en 1856 y de su, menos conocida segunda parte llamada
A través del espejo y lo que Alicia
encontró allí de 1871.
Y por supuesto sabemos que lo escribió el diácono anglicano, lógico,
matemático, fotógrafo y escritor británico Charles
Lutwidge Dodgson, más conocido por su seudónimo Lewis Carroll (1832-1898).
Del personaje literario recordamos su raro e impredecible
comportamiento, su extraña concepción del tiempo y otras excentricidades, y
naturalmente su oficio, el de sombrerero y no otro. Una elección laboral que no
es fruto de la casualidad y verán porqué les escribo esto. En mi opinión, todo
hace pensar que el señor Carroll sabía lo que se hacía.
Desde principios del siglo XIX, era sabido que muchos artesanos
fabricantes de sombreros sufrían espasmos, temblores y alteraciones de la personalidad,
y que tarde o temprano terminaban perdiendo la cabeza, de ahí que se les
calificara como dementes o locos.
De lo que no se sabía nada era sobre la relación causa-efecto que
existía, entre el ejercicio de la profesión sombrerera y la incidencia de la
enfermedad neurológica.
De antiséptico bacteriano a veneno humano
Lo que sí se sabía era que los sombrereros trataban los sombreros de
fieltro y piel con compuestos de mercurio,
para así destruir las bacterias y,
de esa forma impedir que los sombreros se pudrieran. Un saber empírico de
aquella época, el poder tóxico de este elemento químico para las bacterias, que
está corroborado hoy por lo que sabemos de algunos compuestos de mercurio: son
unos eficaces antisépticos.
Pero lo que no sabían era que, por desgracia, no solamente afectaban de
manera letal a las bacterias. Cuando lo aplicaban, los sombrereros, también lo
inhalaban o absorbían a través de la piel, dada su continuada exposición en el
trabajo. Un fenómeno que tenía unos efectos sobre sus células cerebrales
devastadores e irreparables.
Era la enfermedad del sombrerero, el hidrargirismo o envenenamiento por mercurio. Los sombrereros
estaban envenenados con vapores de
mercurio, ésa era la causa de su supuesta locura. Hoy, por suerte, es bien
distinto. Se dice de ellos que padecían desórdenes neurológicos y psiquiátricos
y es porque sabemos la causa de su mal. Es el poder de la ciencia. Y antes de
dejar este apartado, dos apuntes más.
Uno. Aunque es evidente que Lewis
se inspiró en la “locura” de la profesión para su personaje del sombrerero,
resulta curioso que en el cuento nunca se refiera a él como el sombrerero loco.
Lo de “loco” es un añadido de los exégetas que nunca faltan, y causa probable
de que, aún en la actualidad, los ingleses utilicen una expresión que viene a
decir algo así como: “estar loco como un
sombrerero”.
Y dos. No creo que el señor Carroll
pretendiera llamar la atención sobre las enfermedades laborales que
afectaban a numerosos trabajadores en su época. En especial éstas provocadas
por intoxicaciones. No lo creo. Él bastante tenía con sus migrañas. (Continuará)
He visto por ahí que hay quienes dicen que ciertas citas del Sombrerero Loco podrían hacer referencia al álgebra de cuaterniones, en concreto a su no conmutatividad. Al parecer era la época en la que se discutía qué era mejor para la física, si los vectores o los cuaterniones.
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