martes, 22 de enero de 2019

VCM-03. SÓCRATES (1)

En este repaso cronológico de las muertes de algunos científicos por envenenamiento (VCM) no puede faltar la del filósofo Sócrates (477-399), que fue juzgado por corrupción de menores y condenado a la pena de muerte por envenenamiento con cicuta.
Un insufrible al que suicidaron con cicuta
No son pocos los historiadores que comparten la opinión de que la ciencia en concreto, debe al filósofo dos importantes aportaciones: una, el método de los razonamientos inductivos, otra, la definición del concepto de lo universal.
Unas contribuciones con las que el filósofo griego, maestro de Platón y discípulo de Aristóteles, se adelantaría a todos, al menos en lo que concierne al método del conocimiento científico.
Puede que tengan razón, si bien no todos piensan lo mismo, algo que debe quedar claro. Pero no es de este aspecto del que les quiero hablar, si bien les diré mi opinión acerca de lo que se ha dado en llamar la ironía socrática.
Le supongo al tanto de la historia. A pesar de que un oráculo había dicho que nadie era más sabio que él, el filósofo no era de la misma opinión y se empeñaba, o aparentaba empeñarse, en demostrar lo contrario. Lo que está bien.
Ironía socrática o ‘sólo sé que no sé nada’
Lo malo es que lo hacía mediante su irritante “ironía socrática”. Imaginen la situación. Con actitud humilde, Sócrates, iba por las calles de Atenas planteándole a sus conciudadanos, cuestiones como ¿qué es el valor?, ¿qué es la ciencia?, ¿qué es la justicia?, y afirmando que él no sabía nada y que los demás debían de instruirle. (“Sólo sé que no sé nada”). Lo que también está bien.
Lo malo venía cuando se ponían a ello y el sabio, que sí sabía y mucho, les hacía caer en sus múltiples contradicciones, desmontándoles sus argumentos y haciéndoles ver que, en realidad, no sabían. Al final terminaban admitiendo su propia ignorancia y dejando en el aire, de manera implícita, que el oráculo tenía razón. Que nadie había como Sócrates, a la hora de ser sabio.
No. Esto no está tan bien. Estarán conmigo, que a nadie le gusta quedar en evidencia de esa forma. Por eso pienso que no se puede decir de nuestro sabio que fuera muy estimado, vamos que no caía, precisamente, bien entre sus coetáneos.
Y en éstas estaba cuando cayó en desgracia, al parecer por motivos políticos, y fue condenado a muerte mediante la ingesta de cicuta.
Tres apuntes para la reflexión
Una muerte que el pueblo, para qué nos vamos a engañar, al menos parte de él, debió recibir con cierto agrado. Esa es mi opinión al respecto. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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