Porque pasa por ser una de las
primeras ingenieras de la historia y con el pretexto de que hoy sábado 10 de
noviembre se cumple el ciento treintaiun (131) aniversario de su nacimiento, el
metabuscador Google aprovecha la ocasión
y ya de la que va le dedica un doodle
de homenaje a la ingeniera rumana Elisa
Leonida Zamfirescu (1887-1973).
Nacida en el seno de una
familia numerosa, fueron once hemanos todos ellos universitarios, estamos ante una
de esas sagas de las que se puede decir, en lo que respecta a sus miembros, que
‘de casta le viene al galgo’.
No en vano su padre era
oficial de carrera, su madre hija de un ingeniero y algunos de sus hermanos destacaron
en campos tan diversos como los de la escultura,
el cine y la medicina. Y así su hermano mayor Dimitrie, ingeniero especializado
en energía, fundó en 1909 el Museo Tecnológico Rumano de Bucarest que lleva su
nombre, Muzeul Tehnic Dimitrie Leonida.
O su hermana Adela, que fue
una oftalmóloga de gran prestigio y directora del hospital ‘Vatra Luminoasa’ en
Rumanía. Y su hermano menor Gheorghe, que formaba parte del equipo de
escultores que trabajó en la estatua del ‘Cristo Redentor’, ubicada sobre el
cerro del Corcovado en Brasil.
Pues así y todo, Elisa no lo
tuvo nada fácil a la hora de estudiar. Tras acabar la escuela secundaria con
muy buenas calificaciones y queriendo seguir los pasos de su abuelo y hermano, solicitó
matricularse en la Escuela Nacional de Puentes y Caminos de Bucarest, la
capital rumana. Una solicitud que por los prejuicios sociales de la época fue
rechazada, así que optó por marcharse a Berlín.
Allí y no sin polémica, en 1909, lograba inscribirse en la especialidad de ingeniería
mecánica en la Universidad Técnica de Charlottenburg, actual Universidad
Técnica de Berlín, aunque antes de conseguirlo tuvo que superar más de un
obstáculo.
Por ejemplo el de tener que escuchar
de la boca del decano el manual de la buena esposa o de las tres ‘K’.
Las tres ‘K’: kirche, kinder, küche
Resulta que, y a pesar de que ya
la habían aceptado, el decano Dean Hoffman
trató de disuadirla para que renunciara a su formación universitaria, tirando como
argumento del manual de la buena esposa de la época y eso que ella no estaba
casada.
Ya, sé que suena raro, pero no
hay que olvidar que se trataba de la primera mujer estudiante que se
matriculaba en dicha institución y que estamos a principios del siglo pasado. (Continuará)
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