(Continuación)
Y hasta donde he podido averiguar, esto dio de sí, en esencia divulgativa, el
trabajo de investigación científica diario y pelusero del Dr. Georg Steinhauser, de quien no les he comentado un par de
detalles.
Ciencia
de la pelusa del ombligo
A
fin de ayudarles a comprender, cómo es posible que un investigador universitario
como él haya dedicado cuatro (4) años de su vida a investigar las pelusas que
aparecen en nuestros ombligos, sepan que esta peculiar dedicación no es la
única. No.
También,
el químico austríaco, ha utilizado su tiempo y conocimientos en investigar por
ejemplo, el fenómeno de la erosión de su
alianza de boda o ha utilizado como medidor de paso del tiempo en
excavaciones arqueológicas, algo tan prosáico como la piedra pómez o
pumita, ya saben, esa roca ígnea volcánica, vítrea, de color blanco o gris, muy
porosa y de baja densidad hasta el punto de flotar en el agua.
No
me pregunten el por qué de esos intereses porque lo desconozco y, si les soy
sincero, prefiero seguir en este estado de ignorancia.
Por
otro lado no les dicho que fue él quien acuñó la expresión de la “ciencia de la pelusa del ombligo”, elevando de esta forma al rango de categoría, lo que
para el resto de los mortales no ha pasado nunca de ser una simpática anécdota.
Un
rango anecdótico por otro lado infundado porque, aunque nos pueda parecer que
estamos ante un hecho o fenómeno intrascendente, el papel de la pelusa en
nuestras vidas tiene su importancia y su aquel.
De la limpieza
Y la tiene no solo porque la que se forma y mora en cada uno
de nuestros ombligos goza de un carácter
único y exclusivo como otros desechos corporales, por ponerles uno el sudor.
Sino porque permite agrupar todo tipo de restos que entran en contacto con el
cuerpo, o son residuos de otras funciones, en un solo lugar facilitando así su limpieza.
Visto
así, la formación de pelusa no es sino un mecanismo del cuerpo humano, para
atrapar gérmenes que luego son eliminados mediante una fácil limpieza, de la que
conviene resaltar que como en casi todos los asuntos de esta vida, no hay que
ser extremistas.
A
la hora de su aseo no es necesario nada especial. Basta y sobra con secarlo bien con la toalla, pues es una zona que por su fisonomía genera mucha
humedad. Pero eso sí hay que cuidarlo, al fin y al cabo es
la primera cicatriz que nos produce la vida y que nos acompañará siempre.
Por
otro lado no olvidemos que el exceso de higiene en nuestro cuerpo en general, y
el de nuestro ombligo en particular, puede ser tan malo como la falta de éa. Precaución.
Y es que las bacterias actúan como agentes reguladores del crecimiento de
organismos en el cuerpo.
No.
Las pelusas del ombligo no están ahí porque sí y la ciencia lo sabe. Para ésta, ni aquellas se libran de ser investigadas, de hecho ha seguido atrayendo la
atención de los científicos, incluso hay una investigación en curso. (Continuará)
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