Estas
navidades son las primeras que Carlos,
mi nieto mayor con tres años camino de cuatro, ha tenido plena conciencia de
recibir un regalo de Papá Noel. Pero
no uno cualquiera, no, sino su favorito desde hace un tiempo y que llevaba pidiendo
de manera expresa.
Ni
que decirles su alegría cuando lo vio al despertar este pasado lunes 25 por la
mañana. Está como loco con su Buzz,
ese es el juguete querido, que como saben es uno de los personajes de la
película, ya una saga, Toy Story, una
de sus elegidas.
Les
supongo al tanto de que la historia de Pixar
va de un grupo de juguetes vivientes entre los que destaca, junto al peculiar
vaquero Woody, el guardián espacial Buzz Lightyear que es el héroe
predilecto de mi nieto.
Por
supuesto que él, aleccionado por su madre, había dejado la noche anterior en la
terraza, unas raciones de zanahorias y agua para que los renos se alimentaran, viandas de las que por la mañana no quedaba ni rastro. Nada extraño pues sabido es que
su líder Rudolph, el reno de nariz
roja y brillante, es muy comilón.
Pues
bien, el motivo de enrocarles esta historia navideña es porque comparto con mi nieto cierta preferencia por el astronauta y el reno, que en mi caso ya
se lo imaginarán es meramente científica. Mañana mismo, a ser posible, les
pongo al tanto.
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