Sí. Lo sé. Claro que lo sé. Y bien. Como bien me consta por sus comentarios, que lo hago con cierta frecuencia. Es así y cierto.
No es raro en mí que al final de algunas entradas, traten de lo que traten, las finiquite poniendo un “pero” a todo lo afirmado.
Les presento mis disculpas, pero la verdad es que no lo siento. Y no lo siento porque, en puridad, la culpa no es mía. No. Lo es de la Ciencia. Ciencia escrita así, con mayúsculas y negrilla.
Recuerden lo de imposible e improbable de hace unas entradas. Y mi preferencia de un improbable posible sobre un probable imposible.
Es lo que tiene el ver las cosas con los ojos de la ciencia, en vez de mirarlas con los de la pseudociencia y la creencia. Como no se da nada por definitivo, siempre nos puede salir un "pero", cuando no un cesto de ellos.
Pero a lo que vamos.
Tras lo visto en esta “saga sabanasantera versión clonense”, la guerra por el genoma sagrado está perdida desde la primera de las batallas. Todos los estamentos que tienen algo que decir, niegan la mayor.
Todos menos ellos, claro. Los así mismos denominados sindonólogos y los genetistas del Cristo clonado. Aunque ya de la que va, venga ¿Por qué no? Admitimos pulpo como animal de compañía.
¿Y si, a pesar de todo, hubiera sangre en el lienzo, y ésta fuera de Jesús?
Fíjense en el planteamiento de la pregunta porque no es un asunto menor. La condicionalidad del punto de partida de la misma es doble: que sea sangre lo de la mancha y que lo sea, además, de Jesús.
Demasiados quizás como desencadenantes de una pretendida investigación científica sobre Jesús, pero bueno, ya que estamos, y dado que no hay dos sin tres: ¿se le podría clonar con los actuales conocimientos científicos?
¿Se le podría clonar?
Si nos olvidamos por un momento que, por las pruebas aportadas, es del todo imposible, lo cierto es que en este caso, habría que sustituir dicho término por improbable, por muy, muy, improbable. Aún imaginando que esa tela contuviera restos de ADN de Jesús, clonarlo, sería algo parecido a una carrera plagada de obstáculos científicos. Unos muy difíciles de salvar y otros, directamente, insalvables. Veamos.
1.- De la extracción e identificación del ADN. Damos por supuesto que es sangre lo del lienzo, y que la extracción del ADN habría que realizarla, en concreto, del núcleo de los glóbulos blancos, ya que los rojos no contienen dicho material genético.
Supuesto esto, digo, se nos presenta ahora el problema de su identificación.
Y no menor porque la admitida sábana, después de tantos siglos, está contaminada por otros muchos restos biológicos. Desde polen a hongos, pasando por el ADN de todas las personas que la hayan manipulado.
¿Cómo saber quiénes fueron? ¿Con qué base de datos comparar? ¿Cómo saber quién es quién? ¿Cuáles son las del Hijo de Dios?
Para ello sería del todo imprescindible comparar las muestras extraídas, con las de algún descendiente de Jesús. Pero, claro, ¿tuvo Jesús descendientes o no los tuvo? Una inquietante encrucijada.
Porque si no los tuvo, ¿cómo saber entonces que ese lienzo en concreto lo envolvió alguna vez? Se trata de una callejuela sin salida.
Y si los tuvo, ¿alguien conoce a algún descendiente, para poder comparar el ADN? ¿Qué podría significar la existencia de esa descendencia?
Un feo asunto éste, se mire por donde se mire. (Continuará)
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