(Continuación) Me refiero a la que pronunció en el Domingo de Ramos, el Sumo Pontífice Francisco, en la que es su primera Semana Santa como tal, con la procesión de las Palmas: “El sudario no tiene bolsillos”, espetó el hombre de Dios.
“El sudario no tiene bolsillos”
Y lo hizo ante más de doscientas mil (200 000) personas congregadas en la plaza de San Pedro de Roma y calles adyacentes, eligiendo un dicho de su abuela para cargar contra el dinero, la corrupción y el fraude. “Como decía mi abuela: niños, el sudario no tiene bolsillos”.
Una clara alusión para quien quiera entender. Aunque mucho me temo que el sudario de Roma, verdadero como la muerte, al que se refiere el Papa, no es el de Turín, falso como la vida, al que hacen referencia los sabanólogos.
Aquél no, pero el de éstos sí tiene bolsillos. Los mismos que se encargan de llenar desde el siglo XIV. En fin, nihil novum sub solem.
Aunque las formas cambian. Porque las pelas siguen siendo las pelas, ya me entienden. De ahí que ahora, el asunto se pretenda presentar con un nuevo barniz de credibilidad. El que aporta el cuerpo de conocimientos que más certero ha demostrado ser: la ciencia.
Bueno, eso siempre que ésta diga lo que ellos quieren oír. Si no recuerden los peliagudo asuntos de la sangre, la tridimensionalidad, el carbono-14, los leptones, los pólenes, etcétera.
Y en este nuevo derrotero sabanil, de aparente cientifismo, se encuentra el siguiente argumento que les traigo, acerca de la falsedad del lienzo de Turín. Un testimonio magufo.
Testimonio magufo
Sí, magufo, porque hasta el mismo Javier Sierra lo ha dicho. Qué me dicen. O lo que es lo mismo. De las pruebas aportadas por las ciencias sociales y experimentales, a las afirmaciones realizadas desde el campo de las no ciencias, aciencias, pseudociencias, falsas ciencias o paraciencias.
O como llamarlas quieran. Total, al fin y al cabo no son ciencias.
Que no estoy diciendo que dichos términos sean y signifiquen lo mismo. No. Si quieren en otra ocasión lo matizamos. Me vengo a referir que, para el caso que nos ocupa hoy y ahora, es como si lo fueran.
Lo mismo da, que da lo mismo.
Lo que importa es que, también ellas, hacen la misma afirmación. Dicho lienzo es un fraude. Que ya es decir, máxime cuando quien lo dice es Javier Sierra. Sí ha leído bien.
Quien fue considerado niño prodigio de la ufología española, y durante años se ha dedicado al denominado periodismo paranormal, colaborando en revistas del tipo Más Allá y Año Cero, resulta que ahora se recubre de un barniz supuestamente científico y ya no escribe de lo paranormal. No.
Ahora es escritor de ficción. Y claro, eso ya no es igual. Cómo se le ocurre ni siquiera pensarlo. Faltaría más, por favor. No. De ningún modo.
Saulo, Saulo, por qué me persigues
En su nuevo status literario ya no están bien vistas las defensas acientíficas que, antaño, hizo sobre la autenticidad de la Sábana Santa, el mapa de Vinlandia, o el de Piri Reis, por citar algunas de la muy extensa panoplia de credulidades defendidas por nuestro ínclito escritor. Hogaño, nuestro hombre, como Pablo recién caído del caballo se ha convertido y de entrada, Vade retro, Satanás. Atrás para siempre paranormalidad sabanasantera. Nunca más.
Tras el episodio neotestamentario, ésa ya es una etapa cubierta en su particular camino de Damasco: la de su selectiva conversión a la ciencia.
Para nuestro neo converso el lienzo custodiado en Turín ahora es un fraude medieval. Aunque “magistral”, dice, “pero un fraude”. No, si todavía. Qué cosas hay que leer.
Y hablando de leer. No les canso más. Ciencia, pseudociencia e Iglesia coinciden. Lo que no deja de ser todo un paradigma, pero ahí está.
El lienzo y su contenido no es más que una falsificación, por lo que es del todo imposible extraer de él, como es el caso que nos trae, muestras genéticas de Jesús.
Pero hagamos de abogado del diablo, ¿y si a pesar de…
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