No son pocas
las ideas, erróneas y erradas, que existen asociadas a los químicos y la Química. Hoy me descuelgo, de forma
breve, con tres.
Para empezar, la
relacionada con la imagen. Nada más lejos de la realidad que esa imagen del
químico que ha transmitido el cine.
Ya ven por dónde voy.
La de un científico
loco, de pelo blanco y alborotado, que se pasa las horas enteras encerrado en
su laboratorio, experimentando fórmulas complejísimas. Pues bien, no es cierto.
Como tampoco lo son las frases estereotipadas que se
utilizan en el lenguaje cotidiano y asociadas a la química. Unas a favor y
otras en contra.
Ejemplo de las primeras, cuando decimos que un vino no
es bueno porque tiene mucha química. ¡Qué tontería! Todos los vinos tienen
Química. Cómo no van a tener si su proceso de formación es una reacción química (RQ).
Ejemplo de las segundas, cuando justificamos que dos
personas se atraen sexualmente y razonamos este fenómeno por el hecho de que
existe química entre ellas. Bueno, pensándolo bien, eso es posible que, al
menos, en parte, sea verdad.
Lo digo por todo lo que se ve que pasa en la serie de
ficción televisiva de nombre Física o
Química. En fin.
Por último, otro de los errores que es lugar
común en el imaginario colectivo, relacionado con la química es que esta
ciencia se circunscribe al ámbito investigador de un laboratorio. Nada de eso.
La química no es una ciencia reservada a científicos
encerrados en laboratorios entre probetas y tubos de ensayo. No. La química
está presente en los actos más cotidianos que se pueda imaginar.
Desde encender el fuego de la cocina hasta preparar
una sabrosa tortilla de patata. Pasando por la elaboración de vinos y
alimentos. Y sin olvidarnos de la fotosíntesis, el cambio climático y la
combustión de un motor. Todos son transformaciones químicas.
Y es que la vida tiene mucha química.
Me parece un punto de vista muy acertado.
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