viernes, 2 de septiembre de 2011

Los Machado (VII)


(Continuación) Y de la que, incluso, aventuró su propia definición: “disciplina que tiene por objeto el estudio de la humanidad indiferenciada o anónima, desde una edad que puede considerarse infantil hasta nuestros días”.
Su maestro Federico de Castro, amigo y colaborador de su abuelo Antonio, le inculcó las ideas del Evolucionismo y del Krausismo, teorías de las que eran ilustres representantes. 

Sin lugar a dudas, Demófilo, fue el mejor exponente de la colaboración que mantuvieron ambos hombres.
Una conjunción de ideas que le inclinarían más tarde, a la filosofía social utilitarista de Herbert Spencer. Y es que unas cosas traen otras.
En el caso de su obra, ésta fue el resultado de la aplicación del método científico que le inculcaron los evolucionistas, al estudio de las ciencias sociales, objeto de trabajo de los krausistas.
Antonio Machado Álvarez murió a los 47 años, enfermo de tuberculosis, y en Triana. La fachada de la casa de la calle Pureza donde murió, tiene puesto un azulejo conmemorativo. Lo suelo ver a menudo.
Es un reconocimiento del barrio y de la Fundación Machado, aunque no del ayuntamiento de la ciudad. Ya sabemos cómo es nuestra ciudad, donde habite el olvido.
En cualquier caso, a nivel de reconocimiento, se puede dar con un canto en los dientes. Es un decir. Entiéndanme.
Pero lo cierto es que salió mejor parado que su padre. El abuelo del gabán blanco. Pero, también, bastante peor que sus hijos.
Y es que, ésta, es mala ciudad, según para qué cosas.
Demófilo representa la segunda generación de los Machado. Y el mejor legado que nos dejó fue la influencia que ejerció sobre sus dos hijos mayores: Manuel y Antonio o Antonio y Manuel.
Letras flamencas
Para Demófilo, la palabra, hablada o escrita, puede engañar (“No te fíes de las palabras: En esta vida encontrarás a muchas personas que viven mal y hablan bien”). Sin embargo él pensaba que el sentimiento no.
De ahí que valorara sobre todo, la importancia de la comunicación del sentimiento desnudo. Sin artificios. Como sólo el pueblo ha demostrado poder hacer.
Un valor que es el que tendría que haberse difundido entre los intelectuales de la época y, sobre todo, entre aquellos que tanto denigraron, y denigran, este arte.
Para muchos, copla y cante son elementos inseparables. Y el flamenco la comunión de ambos. Por lo que no deben ir separados. Quizás estén en lo cierto.
De 1887 es su libro ‘Colección de letras flamencas’, publicado seis años después del que está considerado, el primer libro que empieza a estudiar la filosofía del flamenco sin romanticismo, también del mismo autor.
Palacio de Dueñas
Es el lugar donde nació Antonio Machado Ruiz, propiedad de los duques de Alba en Sevilla y donde su padre, durante unos años, ejerció como administrador de la Casa de Alba.
El mismo que Antonio, al rememorar años más tarde sus recuerdos del palacio y a su padre en él, nos lo cuenta en un soneto. Es aquel que empieza
Esta luz de Sevilla... Es el palacio
donde nací, con su rumor de fuente.
Mi padre, en su despacho. La alta frente,
la breve mosca, y el bigote lacio.
Por supuesto es la misma ciudad, en cuyas aulas universitarias, su abuelo, Antonio Machado y Núñez dictaba a sus alumnos las primeras enseñanzas sobre la teoría de Charles Darwin.
Con los Machado Ruiz empieza la tercera generación de los Machado. La que obtuvo mayor reconocimiento social. Al menos una parte de ella. Ya saben.
Los dos hermanos mayores. Pero esa es otra historia, quizás no tan enrocable. (Continuará)

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