Es sin duda una cita mítica donde las haya. Una frase que refleja
el orgullo de un hombre.
Del primero en comprobar, vía experiencia, una idea ya conocida, sin duda, por Aristóteles, y antes de él, por Platón.
Del primero en comprobar, vía experiencia, una idea ya conocida, sin duda, por Aristóteles, y antes de él, por Platón.
A saber. Que una pequeña fuerza aplicada a un brazo muy
largo de una palanca puede
equilibrar, e incluso superar, una gran fuerza que actúa sobre el otro brazo
muy corto.
Todos sabemos que representa el entusiasmo de Arquímedes de Siracusa (287-212 aC), la
figura más eminente del período alejandrino y el mayor matemático y “mecánico”
de la antigüedad. Y que se hace realidad cuando la máquina por él construida
funcionó a la perfección.
“Dadme un punto de apoyo y…”. Una frase sobre la que, en honor a la verdad, convendría
hacer algunas puntualizaciones: Sobre el propio sucedido palanquero, sobre la
autoría de la máquina y sobre la precisión de la frase.
Empezaremos por lo primero, que principio quieren las cosas.
En vivo y en directo
Cuando Arquímedes desarrolló su ley de la palanca y comprendió la capacidad de trabajo que esta
máquina otorgaba al ser humano, escribió a su pariente y amigo el rey Hierón II.
Le comunicaba, no sin cierto orgullo, que gracias a la Mecánica, se podría levantar cualquier
peso por grande que éste fuera, y con una fuerza mucho menor.
El rey le contestó que muy bien, pero que si se podía ver
tal proeza. Le extrañaba porque él, hombre culto, ya sabía lo que el gran
Aristóteles había afirmado al respecto. Uno. La ineficacia de una fuerza a
partir de un valor límite. Dos. Que para aquello que se necesitan varios
hombres no basta con uno sólo.
De modo que el reto familiar estaba servido. Arquímedes
contestó que había problemas. Dicho y hecho.
Resultó que por esos días se encontraba en el dique del
puerto, casi listo para ser botado, el Siracusa.
Un navío de tres mástiles y cincuenta metros (50 m) de largo (todo un gigante
para esos tiempos), cuya construcción el propio Arquímedes había supervisado.
Lo que le vino de perlas.
Mandó montar un complejo sistema de poleas (una adecuación de la palanca que sustituye las barras por
sogas), con la que agarró a la nave que, previamente, había ordenado cargar
hasta la borda con todo tipo de mercancías y su tripulación al completo.
Ante un público estupefacto, sentado cómodamente a cierta
distancia, movió con una sola mano, y sin esfuerzo aparente, un cabestrante
seguido de varias poleas que pusieron, lentamente, el barco en movimiento hasta
botarlo. Fue todo un espectáculo al que la gente no daba crédito.
De este sucedido proviene la mítica frase.
Una máquina en busca de inventor
Arquímedes es el hombre más famoso asociado a esta máquina
simple llamada palanca, pero no el único. Ya hemos citado a Platón (428-347
a.C.) y Aristóteles (384-322 a.C.). También del físico griego Estratón (340-268 a.C.), discípulo de
Aristóteles, tenemos constancia de que estudió esta máquina.
Y con posterioridad Leonardo
de Vinci (1452-1519), tal vez el genio más universal conocido, Simón Stevin (1548-1620) y Galileo Galilei (1564-1642) siguieron
las huellas de Arquímedes.
Por cierto que 1564, el año del nacimiento de Galileo, fue
también el de nacimiento de Shakespeare,
allá en la lejana (y pérfida) Albión y, por si lo ha olvidado, el de la muerte
de Miguel Ángel. Asimismo, 1642 el
de su muerte, fue el año del nacimiento del gran Isaac Newton.
¿Casualidad? ¿Destino? ¿Fuerzas cósmicas sueltas? ¿Energía
telúrica desatada? No. Nada de esoterismo. Ya saben lo que pienso. Sencillamente
estas cosas pasan.
Y volviendo a la palanca. Fue Galileo quien puso en
evidencia detalles de su funcionamiento, no suficientemente bien explicitados
en estudios anteriores. Algunos de ellos obvios, el primero ya matizado por
Arquímedes.
Bueno era él para los detalles. Recuerden su sucedido con la
corona de oro, y el famoso grito ´Eureka`.
"...Si hubiera otro mundo y pudiera ir a él. Entonces podría mover éste"
"Dadme un punto de apoyo...". Una frase que en puridad Arquímedes no pronunció tal cual. Más modestamente él decía: "...si hubiera otro mundo y pudiera ir a él. Entonces podría mover éste".
Así es como aparece escrita en su libro Sobre la palanca, mucho tiempo perdido y, afortunadamente, recuperado del olvido por Plutarco. (Continuará)
Estas entradas me parecen más propias de su blog.
ResponderEliminarTe confundiste al decir que Aristóteles había supervisado la construcción del "Siracusa". Seguramente quisiste poner Arquímedes. Saludos
ResponderEliminarGracias Anónimo. Hasta cuando quieras.
ResponderEliminarQue buen blog!!! Me ayudaron con mi tarea!
ResponderEliminarMuy buena compilación de información. Muchas gracias por la tarea de informar críticamente con fundamento.
ResponderEliminarme pareció una buena información gracias vales un Perú
ResponderEliminarFilosóficamente.... Entendí k el punto de apoyo, en mi vida cotidiana me ha echo crecer como ser humano....
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