(Continuación) Y a todo esto los soviéticos seguían erre que erre en sus intentos por ser los primeros en algo espacial. El 13 de julio de 1969, tres días antes de que comenzara la misión Apolo 11, la URSS mandó una nueva nave no tripulada con rumbo a la Luna. Y para que no hubiera ninguna duda de sus intenciones la llamó Luna 15.
El objetivo de la misión era más ambicioso que el de la anterior. La idea era que alunizara, recogiera muestras y volviera a la Tierra. Es decir lo mismo que la Apolo 11, pero con una doble ventaja. Lo haría antes y, además, no pondría en peligro vidas humanas. Era perfecto, desde el punto de vista propagandístico.
Dos días de antes de que despegar la nave estadounidense desde cabo Cañaveral, ya estaba la soviética en órbita lunar. Todo un golpe en los morros estadounidenses. Pero, por desgracia, no tuvieron suerte.
Como es sabido, el 20 de julio la Luna 15, mientras intentaba alunizar, tuvo algunas dificultades técnicas que provocaron un fallo en los cohetes de frenado. Un infortunio. La nave se estrelló sobre la superficie de nuestro satélite. Fin del sueño soviético. Comenzaba ahora el de sus rivales espaciales
Como el soviético, tampoco el alunizaje estadounidense estuvo exento de dificultades. Principalmente fueron dos pero, por fortuna, en esta misión pudieron ser subsanadas. La primera surgió cuando en pleno descenso lunar, el ordenador de a bordo se colapsó.
Entró en un “overflow” y no podía procesar toda la información que le llegaba. Conviene tener presente que ese ordenador de 1969 era muy, muy, muy inferior a cualquiera de los que, hoy día, tenemos en nuestras casas. Por ventura, se solucionó el “tapón informático”.
La segunda dificultad, derivaba de la primera. Mientras estuvo inoperante el ordenador, el módulo se había alejado del lugar previsto para el alunizaje.
En vez de estar sobre un terreno llano lo hacía a 6 km de distancia del lugar escogido. Descendía hacia un cráter, donde no se veía un sitio adecuado. Un grave peligro, en ciernes.
Y lo peor era que, en el motor de frenado, tan solo quedaba combustible para 30 segundos. Fueron unos segundos angustiosos. Afortunadamente, todo se pudo solucionar. En el último momento, Amstrong, encontró donde posar el módulo lunar conocido como Eagle. Las pulsaciones contabilizadas al astronauta en esos momentos fueron de 128 en un minuto. Demostró sangre fría y pericia.
Por la parte que nos toca, destacar que esta delicada fase de la operación espacial fue controlada desde la Estación de Seguimiento de Fresnedilla (Madrid), dirigida en aquel entonces por el físico español Luis Ruiz de Gopegui. En España eran las 22 horas, 17 minutos y 43 segundos del día 20 de junio de 1969. Yo lo vi en televisión.
El vehículo lunar Eagle había alunizado 4 días, 6 h, 45 min y 4 s después de haber despegado de la Tierra.
Sin duda la misión Apolo 11 fue una hazaña extraordinaria, que además nos dejó una frase para la historia.
La que pronunció Amstrong cuando pisó el Mar de la Tranquilidad de la Luna: “Este es un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad”. Una frase ésta que tiene su aquel, no crean. (Continuará)
El objetivo de la misión era más ambicioso que el de la anterior. La idea era que alunizara, recogiera muestras y volviera a la Tierra. Es decir lo mismo que la Apolo 11, pero con una doble ventaja. Lo haría antes y, además, no pondría en peligro vidas humanas. Era perfecto, desde el punto de vista propagandístico.
Dos días de antes de que despegar la nave estadounidense desde cabo Cañaveral, ya estaba la soviética en órbita lunar. Todo un golpe en los morros estadounidenses. Pero, por desgracia, no tuvieron suerte.
Como es sabido, el 20 de julio la Luna 15, mientras intentaba alunizar, tuvo algunas dificultades técnicas que provocaron un fallo en los cohetes de frenado. Un infortunio. La nave se estrelló sobre la superficie de nuestro satélite. Fin del sueño soviético. Comenzaba ahora el de sus rivales espaciales
Dificultades del Apolo 11
El despegue tuvo lugar a las 9,30 h del 16 de julio de 1969 en Cabo Cañaveral (Florida). En la cima del cohete Saturno V, de 110 m de altura y 2700 toneladas de masa iban, dentro de una capsula cónica, los astronautas Neil Amstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins.Como el soviético, tampoco el alunizaje estadounidense estuvo exento de dificultades. Principalmente fueron dos pero, por fortuna, en esta misión pudieron ser subsanadas. La primera surgió cuando en pleno descenso lunar, el ordenador de a bordo se colapsó.
Entró en un “overflow” y no podía procesar toda la información que le llegaba. Conviene tener presente que ese ordenador de 1969 era muy, muy, muy inferior a cualquiera de los que, hoy día, tenemos en nuestras casas. Por ventura, se solucionó el “tapón informático”.
La segunda dificultad, derivaba de la primera. Mientras estuvo inoperante el ordenador, el módulo se había alejado del lugar previsto para el alunizaje.
En vez de estar sobre un terreno llano lo hacía a 6 km de distancia del lugar escogido. Descendía hacia un cráter, donde no se veía un sitio adecuado. Un grave peligro, en ciernes.
Y lo peor era que, en el motor de frenado, tan solo quedaba combustible para 30 segundos. Fueron unos segundos angustiosos. Afortunadamente, todo se pudo solucionar. En el último momento, Amstrong, encontró donde posar el módulo lunar conocido como Eagle. Las pulsaciones contabilizadas al astronauta en esos momentos fueron de 128 en un minuto. Demostró sangre fría y pericia.
Por la parte que nos toca, destacar que esta delicada fase de la operación espacial fue controlada desde la Estación de Seguimiento de Fresnedilla (Madrid), dirigida en aquel entonces por el físico español Luis Ruiz de Gopegui. En España eran las 22 horas, 17 minutos y 43 segundos del día 20 de junio de 1969. Yo lo vi en televisión.
El vehículo lunar Eagle había alunizado 4 días, 6 h, 45 min y 4 s después de haber despegado de la Tierra.
Sin duda la misión Apolo 11 fue una hazaña extraordinaria, que además nos dejó una frase para la historia.
La que pronunció Amstrong cuando pisó el Mar de la Tranquilidad de la Luna: “Este es un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad”. Una frase ésta que tiene su aquel, no crean. (Continuará)
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