Son como de la familia. No en vano llevan ya entre nosotros veintiún años. Los mismos que han cumplido desde que los creó Matt Groening en 1987. Los Simpson, los mejores dibujos animados de todos los tiempos, al decir de muchos.
Una serie a la que su humor e inteligencia (“Si cierro los ojos, no tiene porqué estar pasando”), ironía e irreverencia (“Mi personaje de ficción favorito es Dios”), sarcasmo y constantes guiños al espectador (“Ohh Marge, mi gran reina... y Lisa, mi amada princesa... y como olvidarme del niño rata”) y los distintos niveles de lectura que puede ofrecer, hacen que pueda ser disfrutada por todos los públicos.
Aunque todos miráramos el mismo episodio, cada uno veríamos uno distinto, en función de nuestra edad y formación.
Una serie a la que su humor e inteligencia (“Si cierro los ojos, no tiene porqué estar pasando”), ironía e irreverencia (“Mi personaje de ficción favorito es Dios”), sarcasmo y constantes guiños al espectador (“Ohh Marge, mi gran reina... y Lisa, mi amada princesa... y como olvidarme del niño rata”) y los distintos niveles de lectura que puede ofrecer, hacen que pueda ser disfrutada por todos los públicos.
Aunque todos miráramos el mismo episodio, cada uno veríamos uno distinto, en función de nuestra edad y formación.
Además, y motivo por el que viene a este blog, la serie se ha convertido en uno de los mejores programas televisivos de divulgación científica. Así como lo leen y, por supuesto, por méritos propios.
Porque ¿En qué otra serie de TV han visto ustedes que aparezca Stephen Hawking, como si fuera lo más natural del mundo? ¿Que un padre regañe a su hija por ir en contra de las leyes de la termodinámica? ¿O que un niño como Bart descubra un cometa, aunque sea por accidente?
Sólo en la famosa familia amarilla de la tele, cuyos miembros demuestran tener unos curiosos conocimientos científicos. Si bien es cierto que no todos por igual. Las cosas como son.
Porque ¿En qué otra serie de TV han visto ustedes que aparezca Stephen Hawking, como si fuera lo más natural del mundo? ¿Que un padre regañe a su hija por ir en contra de las leyes de la termodinámica? ¿O que un niño como Bart descubra un cometa, aunque sea por accidente?
Sólo en la famosa familia amarilla de la tele, cuyos miembros demuestran tener unos curiosos conocimientos científicos. Si bien es cierto que no todos por igual. Las cosas como son.
Los cerebros grises
En cualquiera de los casos, ¿de dónde viene este interés simpsoniano por la ciencia? Lógicamente de sus guionistas. Ellos son el nexo entre la familia más popular de Springfield y la ciencia.
Algunos tienen formación científica -son licenciados en Física, Matemáticas, etc- y todos comparten la idea de que el humor debe llegar a todas partes, incluida la misma ciencia.
Lo que se plasma en bastantes capítulos de la serie, que vienen aderezados con chistes sobre matemáticas, biología o física (“En la vida hay tres tipos de personas: los que saben contar y los que no”).
Algunos tienen formación científica -son licenciados en Física, Matemáticas, etc- y todos comparten la idea de que el humor debe llegar a todas partes, incluida la misma ciencia.
Lo que se plasma en bastantes capítulos de la serie, que vienen aderezados con chistes sobre matemáticas, biología o física (“En la vida hay tres tipos de personas: los que saben contar y los que no”).
Los guiños científicos no escasean y aciertan a mostrarlos de una manera que es de agradecer. Ponen especial interés, cuando analizan una cuestión científica, en ofrecer las dos versiones del asunto. Así permiten a los telespectadores formarse su propia opinión.
Nada más científico que esta postura, bastante inusual por otro lado, en los medios de comunicación. Un mérito de los guionistas, los grandes olvidados de esta historia, los cerebros anónimos.
Nada más científico que esta postura, bastante inusual por otro lado, en los medios de comunicación. Un mérito de los guionistas, los grandes olvidados de esta historia, los cerebros anónimos.
Lisa, la escéptica
Un buen ejemplo de lo que les digo es ese capítulo en el que Lisa protesta contra la inclusión del Creacionismo en la escuela.
En él, ella afirma que el Creacionismo no es ciencia, sino una credulidad que se ha demostrado, además, errónea. A diferencia de la Teoría de la Evolución, que está sólidamente fundada desde el punto de vista científico. De modo que no están en el mismo plano de racionalidad, por lo que no se pueden ni comparar. Hasta nombra a Juan Pablo II, no les digo más.
En él, ella afirma que el Creacionismo no es ciencia, sino una credulidad que se ha demostrado, además, errónea. A diferencia de la Teoría de la Evolución, que está sólidamente fundada desde el punto de vista científico. De modo que no están en el mismo plano de racionalidad, por lo que no se pueden ni comparar. Hasta nombra a Juan Pablo II, no les digo más.
No hay que esforzarse mucho para comprender que la niña es la voz de los guionistas, sobre todo en temas científicos. Al decir del propio Groening: “Lisa es la única que, tal vez, sea capaz de encontrar una salida... al menos de la ciudad de Springfield”. Junto a su padre forman los dos extremos de la cultura.
Él, un símbolo del estadounidense ignorante (“Lisa, cariño los vampiros no existen, son seres imaginarios como los duendes, los gnomos o los esquimales”) e indolente (“Es mejor ver hacer cosas que hacer cosas”).
Ella, tan inteligente, tan sensible y tan racional. Una pequeña Lulú, de sólo ocho años, peinada como una estrella de mar y a la que le gusta tocar el saxo barítono. Un ejemplo de cordura.
Él, un símbolo del estadounidense ignorante (“Lisa, cariño los vampiros no existen, son seres imaginarios como los duendes, los gnomos o los esquimales”) e indolente (“Es mejor ver hacer cosas que hacer cosas”).
Ella, tan inteligente, tan sensible y tan racional. Una pequeña Lulú, de sólo ocho años, peinada como una estrella de mar y a la que le gusta tocar el saxo barítono. Un ejemplo de cordura.
La película
Tras el éxito televisivo, lo de la película se veía venir. Y, natural, con carga científica. La trama es ambiental, perdón, medio ambiental. Una parodia del film de Al Gore sobre el cambio climático.
En una conferencia que Lisa da -de título “La verdad irritante”, en clara burla al goriano documental-, trata de informar a la población acerca de la realidad de la situación.
Como suele ocurrir en la vida, las palabras de la niña no son escuchadas y ella queda como una persona impopular entre sus conciudadanos. No dice lo que ellos quieren oír. Y ya se sabe.
Con motivo del estreno de esta primera película, el jefe de los guionistas de Los Simpson , Al Jean, licenciado en Matemáticas por Harvard, fue entrevistado para la prestigiosa revista científica ‘Nature’, que le dedicó dos páginas.
No olvidemos que es la publicación en la que sueñan aparecer todos los científicos del mundo. Todo un reconocimiento. (Continuará).
Este artículo apareció publicado el 27 de diciembre de 2007 en http://blogsuperhéroes.blogspot.com
En una conferencia que Lisa da -de título “La verdad irritante”, en clara burla al goriano documental-, trata de informar a la población acerca de la realidad de la situación.
Como suele ocurrir en la vida, las palabras de la niña no son escuchadas y ella queda como una persona impopular entre sus conciudadanos. No dice lo que ellos quieren oír. Y ya se sabe.
Con motivo del estreno de esta primera película, el jefe de los guionistas de Los Simpson , Al Jean, licenciado en Matemáticas por Harvard, fue entrevistado para la prestigiosa revista científica ‘Nature’, que le dedicó dos páginas.
No olvidemos que es la publicación en la que sueñan aparecer todos los científicos del mundo. Todo un reconocimiento. (Continuará).
Este artículo apareció publicado el 27 de diciembre de 2007 en http://blogsuperhéroes.blogspot.com
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