viernes, 12 de septiembre de 2025

DCPS. Calle Doctor Muñoz Peralta (y 2)

(Continuación) Vayamos, naturalmente, con los segundos.

“Novatores” sevillanos

Una denominación en principio peyorativa y a cargo de sus adversarios que aludían así a su denostable, para ellos, deseo de innovar o renovar, pero que con posterioridad pasó a ser elogiosa al terminar aplicándosele a un grupo minoritario y prestigioso de pensadores y científicos españoles de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII. Un periodo que en la historia intelectual de Europa se corresponde con la revolución científica, precede a la Ilustración y que en España se la conoce también como ‘preIlustración española’. Un grupo que en Sevilla, y en el campo de la medicina, está encabezado por el murciano Diego Mateo Zapata con el referente de su libro Verdadera Apología de 1690, en el que hace una defensa de la medicina racional y filosófica.

Y cuya historia tiene un punto de inflexión cuando nuestro arahalense decide renunciar a su cátedra en la Facultad de Medicina en Sevilla pues no es la medicina que quiere, no cree que sea ese el camino que deba seguir y, aunque formado en el galenismo, concluye desembarazarse de la ortodoxia tradicional y abrirse a la nueva ciencia que defendía el grupo de intelectuales autodidactas conocido como “novatores”.

Dos caminos médicos

En aquel momento existían dos vías para acceder profesionalmente a la medicina. Una ortodoxa, entre los muros de las aulas universitarias donde se adquirían todos los conocimientos teóricos necesarios y que pudiera haber; una docencia apegada al pasado, fundamentada en la autoridad hipocrática y el seguimiento a pie juntilla galénico, que adolecía de un exceso de principios axiomáticos y de unas carencias de práctica empírica y curiosidad implícita a todo lo científico.


Pero eran los “médicos titulados”, los de prestigio universitario. La otra vía se basaba en aprender el oficio al lado de un profesional consumado, actuando de ayudante suyo a tiempo completo hasta que considerara que había adquirido la formación suficiente para presentarse a la Reválida, un examen que una vez superado le concedía la preciada titulación. Eran conocidos como “médicos revalidados” y la verdad es que institucionalmente no gozaban de la misma buena fama de los titulados universitarios; de hecho, casos hubo en los que se les llegó a acusar de herejes y practicar técnicas peligrosas. No obstante la verdad se fue abriendo camino, y las corrientes progresistas que llamaban a la puerta de la medicina lo hicieron tan insistentemente, que terminaron por abrirla. No se trataba de renegar del pasado, pero sí se hacía necesaria la aplicación de un método científico, de ensayo o prueba (que no de ensayo y error), que permitiera avanzar en esta disciplina.

Es el momento en el que Muñoz y Peralta decide ir por el camino rebelde, y hace valer su disconformidad con los anticuados métodos universitarios que abandona para fundar por cuenta propia la “Veneranda Tertulia Hispalense”. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

[**] El original de esta entrada fue publicado el 19 de mayo de 2025, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario digital Sevilla Actualidad.

 

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