martes, 19 de noviembre de 2024

¿Una carta atea? [CR-289]

[Esta entrada apareció publicada el 15 de noviembre de 2024, en el semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]

(Continuación) De cuya existencia el gran público no supo hasta 2008 al ser subastada, echando así más madera al fuego de la sempiterna guerra cultural entre ciencia y religión. Y en cuya primera página Einstein continuaba:La palabra Dios para mí es sólo la expresión y el producto de la debilidad humana y la Biblia una honorable pero primitiva serie de leyendas que de todas formas resultan infantiles; ninguna otra interpretación por sutil que sea podría cambiar mi punto de vista. Para mí la religión judía, como todas las demás, es la manifestación de una superstición primaria. Y el pueblo judío, al que orgullosamente pertenezco, no tiene ninguna cualidad diferente a la del resto de los pueblos. Según mi experiencia, no somos mejores que otros grupos humanos, aunque nuestra falta de poder nos vacuna contra ciertos cánceres. De otra manera, no creo que en el pueblo judío haya nada de “elegido”. En general me resulta doloroso que reclame una posición privilegiada y la defienda con dos muros de orgullo, uno interno como hombre y uno externo como judío’.

Y ya en la segunda hoja, ‘Como hombre reclama, por así decirlo, una dispensación de la causalidad que de otra manera sería aceptada, como judío el privilegio del monoteísmo. Pero una limitada causalidad deja de ser cualquier tipo de causalidad, tal y como originalmente nuestro maravilloso Spinoza reconoció con toda claridad. Y las interpretaciones animistas de las religiones de la naturaleza en principio no son anuladas por la monopolización. Con todos estos muros solamente podemos atraer autoengaño, pero nuestros esfuerzos morales no se amplían con ellos. Sino al contrario. Ahora, que abiertamente he hablado sobre nuestras diferencias en cuanto a convicciones intelectuales, es claro para mí que somos bastante cercanos en otras cosas esenciales, por ejemplo; en nuestras evaluaciones del comportamiento humano. Lo único que nos separa es el relleno intelectual o la «racionalización» en el lenguaje de Freud. Por eso creo que nos entenderíamos bien si habláramos sobre cosas concretas. Con cariñosos agradecimientos y buenos deseos. Suyo, A. Einstein.

Escrita en Princeton a punto de cumplir 75 años de edad, moriría un año y poco más de tres meses después, podría representar su pensamiento definitivo sobre la religión formal y la idea de un dios con un papel activo en la vida cotidiana, uno que responde a nuestras oraciones, ¿lo convertían en un ateo?, puede ser. Pero por otro lado él afirmaba “no soy ateo” y vivía la religiosidad desde un plano más filosófico, su relativo “sentido religioso cósmico” un concepto difícil de aprehender “ya que no implica una idea antropomórfica de Dios”. Una carta en la que Einstein expresa sus ideas sobre la religión, su identidad judía y su propia búsqueda del sentido de la vida. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

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