(Continuación) Le hablaba de los medios de comunicación respecto al uso de la expresión eslabón perdido, y ya sabe cómo se las gastan algunos chicos de la prensa, no dejes que la verdad te arruine una buena noticia.
Una idea que mucho mejor
refleja el gran Groucho Marx al espetar lo de “de victoria en
victoria hasta la derrota final”; sí, derrota y final porque esa parte de
la cadena no existe, no puede existir, así que no puede ser la pretendida guinda
del pastel de la evolución humana. Que esa es otra.
A fines del siglo XIX, la
susodicha expresión se empezó a utilizar, hasta de manera familiar,
principalmente en relación con la evolución humana y, específicamente, con una
hipotética conexión entre primates y humanos. Pero vayamos por parte.
Uso del término “eslabón”
El uso de esta palabra -como pieza en forma de anillo u otra curva cerrada que, enlazada con otras, forma cadena- aunque sea en sentido figurado como es el caso, resulta del todo incorrecto pues por su asociación con el objeto mencionado induce a pensar en un proceso continuo, lineal y con dos sentidos.
Cuando está demostrado que
la evolución biológica, como (casi) todo en esta vida, no es una línea sino
algo más parecido a un árbol. Y no escasean los casos en los que la primera
especie convive durante miles o incluso millones de años con la otra u otras
especies evolucionadas de ellas, e incluso con la evolucionada de las
evolucionadas.
No entraremos por ahora,
pero vamos, que no, en la actualidad el concepto de eslabón perdido es totalmente
incorrecto pues implica la existencia de una evolución progresiva y lineal donde
unas formas originan otras de manera consecutiva, como los eslabones de una
cadena se suceden uno a otro; una hipótesis que no tiene ningún tipo de asidero
ni empírico ni teórico.
Eslabón y evolución humana
Una idea incompatible con las pruebas y evidencias existentes que nos hablan más bien de un árbol con muchas ramas y que vamos conociendo cada vez más ramificado; luego la del eslabón perdido es una visión antañona y errada del fenómeno evolutivo, que ha debido ser abandonada hace tiempo junto a su vínculo con la evolución humana.
Esa cuya imagen gráfica
es todo un clásico de la divulgación científica de lo más reconocible, una fila
india de seres que vemos de perfil caminando en la que el primero es un mono, frecuentemente
un chimpancé, y el último, un hombre. Y entre ambos, cuatro o cinco más que representan
la transición entre primate y humano.
Abro paréntesis. Como vínculo
publicitario seguro que recuerda la etiqueta de una botella de bebida
espirituosa con un mono y una leyenda ‘Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo
no miento’. Una historia con intrahistorias, que ya ha sido enrocada en Anís del Mono y Ciencia. Lo cierro. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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