lunes, 11 de noviembre de 2024

Acerca de LUCA. Eslabón no, LUCA sí

 (Continuación) Dejando claro que, contrariamente a lo que todavía algunos pueden creer, la evolución no es un proceso lineal ni progresivo, sino más bien ramificado y azaroso, lo cierto es que el mal llamado eslabón perdido pasó a ser la pieza crucial que unía a la humanidad con los monos y, por lo tanto, con el resto de la naturaleza.

Y por cierto tiempo, mucho quizás para algunos otros, la búsqueda de algún fósil que comprobara la existencia de este eslabón fue la obsesión de buena parte de la comunidad científica, para quienes venía a ser como el Santo Grial evolutivo.

Santo Grial de la evolución

El caso es que hacia 1900 el eslabón perdido había pasado de ser un concepto científico hipotético a convertirse en un objeto materializado, de forma ilusoria, en sitios como excavaciones, museos, periódicos, caricaturas o mercados.

Y aunque muchos de estos restos encontrados fueron desestimados, bien por error o fraude que de todo hubo, pocos científicos y público en general dudaron entonces de su existencia real, es más, aún hoy, el imaginario popular y cierto sector de los medios de comunicación, sigue aludiendo a la existencia de algún ancestro de la humanidad, que fue parte simio y parte humano.

Un concepto que naturalistas y divulgadores de la ciencia utilizaron, especialmente tras la publicación de El Origen de las especies de Charles Darwin publicado en 1859 y eso que en él el inglés ya usaba la metáfora del árbol de la vida para sostener por duplicado la hipótesis de que todas las formas de vida descendían de otra primordial. Pues nada.

“No hay eslabón perdido”

No obstante, ya empezaban a existir detractores frente a esa idea errónea pero aceptada como concepto científico universal. Uno de ellos el antropólogo británico Edward Clodd, quien en 1895 escribió algo que en la actualidad aún se sostiene.

“El hombre no es ni descendiente ni hermano de los simios, sino una especie de primo”. Y a la pregunta: “¿Dónde está el eslabón perdido?”, respondió: “No hay eslabón perdido, y nunca lo hubo”.

Aceptado científicamente, no sin alguna controversia (recordemos el famoso debate de Oxford), el evolucionismo se confirmó como teoría formal en los años sesenta del pasado siglo XX, gracias al paso de gigante que dio la ciencia al descifrar el código genético y ver que es universal.

De ahí que ahora busquemos a LUCA con mucho más sentido y como prueba de lo que le digo, ahí está el (pen)último dato encontrado, acabamos de identificar ni más ni menos que “su fecha de cumpleaños”. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

 

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